jueves, 12 de enero de 2012

80 años de la aprobación del voto femenino


La Constitución de 1931, que supuso un avance en muchos terrenos, reconocía el sufragio universal. Clara Campoamor fue artífice de este cambio en una votación muy reñida.
El 9 de diciembre de 1931 se aprobó el sufragio universal en nuestro país, implícito en el visto bueno a la Carta Magna que vio la luz aquel día. La Constitución aprobada en la II República supuso un buen número de avances sociales, como el reconocimiento del derecho al voto para las mujeres y en cuya aprobación cabe mencionar el papel destacado que jugó la diputada Clara Campoamor.


La historia del sufragio femenino en nuestro país no podría contarse sin la persona de Campoamor, quien luchó por defender los derechos de la mujer en sede parlamentaria, una batalla que venció aquel 9 de diciembre por tan solo cuatro votos y sin expectativa de poder obtener la victoria, a pesar de que ya defendió con éxito meses antes el derecho al voto de las mujeres.
Fue el 1 de octubre de 1931 el día en que las Cortes aprobaron por primera vez en la historia de España, antes que Francia o Italia, que las mujeres pudieran votar. 161 votos frente a 121 respaldaron el discurso de Clara Campoamor frente a Victoria Kent, dos mujeres enfrentadas en sede parlamentaria por el derecho al voto femenino en una Cámara Baja en la que tan solo había otra mujer junto a ellas en un mundo de hombres.
Kent mantuvo una férrea postura de que no era el momento para tratar esta cuestión, pero Campoamor apostó por reconocer un derecho que, a su juicio, era inaplazable y que vendría a considerar a la mujer como ser humano con todos sus derechos. Tras ganar aquella votación quedaba la del 9 de diciembre, en la que a pesar de no tener esperanza alguna, la diputada feminista arrancó la estrecha aprobación del Congreso convirtiendo a su vez la Constitución de 1931 en un hito dentro y fuera de nuestras fronteras.
Asimismo, Campoamor había experimentado en su propia piel lo que representaba la mujer en la primera mitad del SXX en España. Tuvo que abandonar sus estudios en la escuela para ponerse a trabajar en una mercería, pero fiel a sus metas y a pesar de que pertenecía a "lo más bajo de la escala social",  perseveró por seguir adelante. Se inscribió y aprobó el Bachillerato en cuatro años y aprobó Derecho en dos convirtiéndose en la primera mujer en colegiarse en el Colegio de Abogados de Madrid.

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