La mutación de la política o la política como coartada
Artículos de
Opinión | Pura María García | 30-10-2012
|
“El
resultado de las elecciones en Galicia es la prueba de que en Galicia, y
España, una gran mayoría de ciudadanos apoya las reformas de Rajoy y las
medidas políticas del gobierno” esta frase ha sido utilizada por numerosos
políticos (o así se hacen llamar) como un gancho mediático al que poder
aferrarse para, una vez más, aprovechar cualquier coyuntura con tal de
mantenerse en el podio político, ese lugar dorado, soñado por la clase política
hasta el punto de legitimar la práctica del todo-vale para acceder a él. Los
ojos miopes, parciales, subjetivos, narcisistas, faltos de auto-crítica y de
cualquier tipo de ética de los políticos de nuestro país acechan los
acontecimientos de la vida social (determinada por sus medidas, sus reformas,
contra-reformas, cálculos presupuestarios y otras medidas del todo
irracionales) para atraparlos, darles la vuelta y lanzarlos, manipulados ya, de
nuevo al escenario mediático con el único fin de justificar la práctica de su
anti-política. La victoria en Galicia del pp y de un líder más sobre el que
recaen sospechas de conductas poco éticas, política y socialmente hablando,
está siendo utilizada como altavoz para mantener el griterío anestésico del pp
y justificar su perpetuidad.
La victoria
en Galicia, por si no lo sabían, es la prueba inequívoca de que tragamos con
deleite los amargos despropósitos que hay tras las medidas de locura (y la
ausencia de ellas, también) que el gobierno está aplicando, a su capricho y al
son marcado por la banca a la que pertenecen, o con la que están relacionados
un alto porcentaje de los llamados políticos. Una mirada sesgada e interesada,
manipuladora que, sin embargo, no coincide con la que han utilizado, los mismos
políticos, respecto a otros acontecimientos importantísimos: las numerosas y reiteradas
huelgas, de diferentes y múltiple sectores, no han sido interpretadas como
muestra de nada que no sea un clima de cierta tensión, la protesta absurda de
un número de personas, no significativo (según ellos), contra las que es
preciso, razonable, proporcionado y justificable el cargar policialmente y el
reprimir. Curiosas gafas las que se ponen sobre la nariz los que se regodean en
la denominación de políticos.
La
manifestación que pretendía levantar su voz para que el congreso escuchase sus
consignas (en las que muchísimos ciudadanos nos veíamos representados) no fue
interpretada como la victoria en Galicia de los neofascistas. No. Eso habría
sido un acto propio de una clase política de cierta altura. En su lugar, se
apresuraron a aferrarse al verbo “rodear” (en una acepción agresiva y delictiva
que se inventaron para poder emprender una acción legal, de la que luego
tuvieron que retractarse, aunque, eso sí, el daño estaba hecho, que es lo que
les interesa), refunfuñando y advirtiéndonos que los insurrectos lo que
deseaban era, más o menos, invadir con tanques y mísiles el congreso y atentar
contra sus señorías. Así interpretan la realidad estos políticos, los del
gobierno, y los de la oposición, que no se libran. Todos ellos tienen en común
la falta de clase ideológica, social y política. Todos ellos pretenden lo
mismo: Rajoy y su séquito de mujeres-peperas barbi-bulldozer y de
encausados-peperos mafiosos; Rubalcaba y los socialistas, incapaces del menor
gesto de autocrítica. Los peperos, encabezados por Rajoy, el tratante de
rescate, rey del eufemismo y las tijeras, se escudan, para seguir
eutanasiándonos, con que Europa nos mira mejor ahora que aceptamos, día a día,
que la soga nos vaya apretando un poco más; con que Galicia encumbra a un
político marrullero porque encumbra el espíritu del gobierno (sin ni siquiera
contemplar la hipótesis de que, quizás, el voto pepero gallego se ha producido
por la huida de caer en el voto socialista, el voto del profundo desencanto).
Rubalcaba se escuda en la votación consensuada del congreso que le eligió,
parece ser que con cargo vitalicio, haga lo que haga, o, mejor dicho, no haga
lo que no haga y en “el escaso tiempo” que se le ha permitido antes de
enjuiciarle y derrocarle, 8 meses, tiempo que, en esta ocasión, le parece
insuficiente para que se le intente forzar a soltar el báculo del poder, el
asidero putrefacto al que se acogen, unos y otros, con tal de no volver a la
vida “no política” y perderse la oportunidad de sueldos vitalicios, viajes,
jugadas económicas, pagos de favores políticos o una plaza en el consejo
económico de una multinacional, a la que sus medidas alguna vez han favorecido,
o la imposición de un perfil de ”experto conferenciante”, como sucedió con uno
de los ejemplares más flagrantes del inútil e ineficaz político, el señor
Aznar. Todos ellos utilizando la política no como arte o práctica social sino
como coartada. Blasco, Camps, Fabra, Zaplana y así hasta 730 políticos encausados por corrupción, aplicados practicantes de la
política como coartada. Un gobierno que recorta los programas sociales en
detrimento de la mayoría de la población, pero que incrementa los gastos
militares, consintiendo, de manera velada, que lleguen en el próximo año a 16
492 millones de euros y no de 5.937 millones, como los políticos que no quieren
abandonar el podio del poder afirman. El monto real será casi el triple si se
toman en cuenta “los gastos consolidados de ese organismo y de otros autónomos,
además de la mutua y de las clases pasivas militares, las contribuciones a
organismos bélicos internacionales, del cuerpo militar de la Guardia Civil y de
los créditos I+D militar del Ministerio de Industria”. Lo dice un informe elaborado por
el Centro de Estudio para la Paz J. M. Delás, al que precedió el informe titulado El gasto militar y la
burbuja de las armas en España. La política como coartada, como escondite, como
máscara, estrategia que se impone más allá de España, más allá de Europa, común
denominador de unos políticos amateurs, aficionados, sin formación ni ética,
sin otra intención que extraer beneficio de lo social, del individuo como grupo
o, lo que es una variante de lo mismo, premiar a “los amigos”, otra forma de
utilizar la política como coartada y tapadera de favores (recordemos el premio
Nobel de la Paz a la UE, entidad que, en lugar de contribuir a la paz y los
derechos humanos, ha gastado, que se conozca, más de 407 millones de dólares en
concepto de gasto militar en el pasado 2011)
Política
practicada por carroñeros que han estudiado cuatro cursos de dicción, un
cuatrimestre de oratoria y muchos meses de estrategias para manipular y
utilizar la política como taburete sobre el que elevarse para conseguir el
lucro a costa de los ciudadanos (o lo que, por su ambición, queda de ellos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario