La
herencia de los supervivientes
Rosa Sánchez
día 27.10.12
Nietos de supervivientes del Holocausto se tatúan el número que marcó a sus
abuelos en los campos nazis.
Unos 4000 supervivientes
del Holocausto tienen todavía tatuado en su brazo izquierdo los números con los
que los nazis los marcaron en los campos de concentración. Muchos de sus nietos
están tatuándose la misma cifra en su propia piel porque contemplan como los
testigos vivos del Holocausto van falleciendo y sienten la responsabilidad de
mantener viva su memoria, de dar vida eterna a los supervivientes.
Ayal Guelles tiene los
mismos ojos que su abuelo Abramo Najson, y el mismo número, A-15510, tatuado en
el brazo. La marca del paso por Auschwitz. "Es un símbolo de mi fuerte
conexión con mi abuelo, su herencia. Pero también tiene otro significado más
abstracto: una denuncia de cómo convertimos a las personas en objetos",
explica este joven de Tel Aviv de 28 años, a la prensa internacional.
Guelles relata estaba de
viaje en Argentina cuando decidió tatuarse. "Llevaba pensándolo mucho
tiempo pero, un día, vi como marcaban una vaca y decidí no esperar más",
recuerda. "De vuelta en Israel, se lo enseñé a mi abuelo, y no le gustó
nada. Le hice sufrir, lloró incluso, es lo último que quería ver en su vida,
quisiera que sus nietos fueran ajenos a la maldad intrínseca que representa ese
tatuaje. Pero después ha entendido que es mi forma de impedir que se olvide su
historia y ha llegado a decirme que está orgulloso de mí".
Esta decisión se está
extendiendo entre los jóvenes judíos de la tercera generación después del
Holocausto. Han encontrado la manera de perpetuar la memoria tomando así el
testigo de los supervivientes, manteniéndolos vivos en un tatuaje que esperan
un día, incluso, traspasar a sus descendientes. Eli Sagir, de 21 años, pidió
permiso a su abuelo, Joseph Diamant, para copiar su número, el 157622. Su
madre, hermano, tío y primo también han terminado tatuándose la cifra.
"Cuando se lo mostré, mi abuelo lloró y me besó el brazo. Me preguntó por
qué lo había hecho. Le dije que, cuando tenga hijos, me preguntarán qué es y yo
les contaré. Y así ganaremos tiempo, prolongaremos tu memoria". Su abuelo
murió hace año y medio. La marca permanente en su brazo
Los testimonios de estos
jóvenes israelíes han llegado a Alemania a través de los medios de comunicación
y han conmovido a la comunidad judía. Aquí apenas viven supervivientes o sus
familiares, la mayoría de estos judíos llegó al país después de la II Guerra
Mundial, pero aún así, hay algunos dispuestos a tatuarse un número. Dana Leavi,
que tiene 22 años y estudia Medicina en Berlín, ha acudido al Centro de
Documentación Judía con el objetivo de encontrar un número que corresponda una
víctima de las cámaras de gas nazis y a cuyos descendientes vivos pueda pedir
permiso para tatuarse su número. "Considero que es algo muy personal, el
número de un familiar, y necesito el permiso de sus descendientes. Pero si me
lo otorgan, no lo dudaré, me tatuaré el número en el brazo y así mi persona
quedará para siempre ligada a la historia del Holocausto, seré memoria
viva", explica.
Grabado a supervivientes
hablando de su relación con el número, consideran que este fenómeno está
desembocando en una nueva rencarnación de los testigos. "Para algunos es
una forma de expresar ira, para otros una garantía de que nunca olvidarán y,
para algunos, es un modo de establecer un fuerte lazo emocional con su pasado o
de tratar de dar sentido a una historia horrible", explica la directora.
"Un superviviente nos contó cómo su nieto, de 16 años, le ha pedido
extirpar el trozo de piel que tiene el número cuando su abuelo fallezca",
explica Sinaí. Lo que a principios de los años 50 se vivía todavía como una
vergüenza, el número que acreditaba la internación en un campo nazi, es hoy
motivo de orgullo.
Fuente: www.mundo.es
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