“Medusa”, Ricardo Menéndez Salmón. Retratar la barbarie
El mal, en esta ocasión representado en la
mirada de un artista a la barbarie que se ha gestado durante el siglo XX, sigue
siendo la temática central de la obra del asturiano
Cultura |
Kepa Arbizu - TerceraInformación | 24-10-2012 |
El mal, en
su estado más puro, ha estado presente desde siempre en la literatura , debido
a su carácter prácticamente inherente al ser humano, y ha tenido un papel
determinante en muchos autores y/o obras. Ahí están los ejemplos de Joseph
Roth, Fiódor Dostoievski, Joseph Conrad o el Conde de Lautrémont. Una lista a
la que perfectamente se le podría añadir el nombre de Ricardo Menéndez Salmón,
uno de los que han hecho de esta idea eje central de su prosa.
En su nueva
novela, “Medusa”, el asturiano vuelve a reflexionar sobre ello, en esta ocasión
imbricado con otra temática a la que ya dio forma en su libro “La luz es más
antigua que el amor” como es el papel del arte en la sociedad. En esta ocasión
la narración se articula entorno a la biografía del alemán Prohaska, un artista
multidisciplinar inventado por el escritor y que se muestra tan enigmático como
controvertido. En él convivirá por una parte el drama personal (su padre muerto
durante la guerra, denostado y nada querido por su familia y el fallecimiento
de su hijo casi recién nacido) y las tragedias que asolan el siglo XX que
vivirá (hará por vivirlas) en primera línea.
Estamos ante
de uno de esos personajes (ficticios) que tiene una enorme atracción para el
lector. Eso es gracias al semblante que adquiere repleto de ambigüedades. No
obstante está en su propia esencia, ya que si su vida es retratar y dejar para
la inmortalidad todo aquello que ha vivido y visto, pone el mismo empeño en no
dejar rastro de sí mismo. Pero quizás el más impactante, y uno de los elementos
reflexivos de la obra, es la forma aséptica y aparentemente alejada con la que
hace ese trabajo (ya sea en fotografías, películas o pinturas). El ejemplo más
revelador, y dramático, es que la brutal descripción que hace de las
consecuencias de la llegada del nazismo lo hace gracias a trabajar para el
Tercer Reich.
El trayecto
vital y artístico de Prohaska transcurrirá por todos aquellos “infiernos” que
el siglo XX ha parido. Se trasladará desde la España de la Guerra Civil hasta
el Japón devastado por el impacto de la bomba atómica. En todos ellos, con
diferentes formas, mostrará la cara más cruel de la humanidad. Si en el libro
de Salmón “La Ofensa”, el protagonista, tras descubrir cara a cara el terror,
“desconectaba" su cerebro, en esta ocasión sucede lo contrario, necesita
acercarse a él.
Estructurado
a base de algo así como pequeños capítulos/reflexiones, la novela está escrita
de forma certera pero con claros repuntes líricos (característica habitual del
autor) y repleto de referencias culturales. Junto a un tono apocalíptico que
sobrevuela todo el texto hace que a pesar de su brevedad, sea un libro
absorbente y de difícil asimilación rápida. Algo que no impide que estemos ante
una obra esencial. Con ella, Menéndez Salmón plantea la ambigüedad y
problemática a la hora de situarse frente a la barbarie (de rostro humano) que
inunda el mundo, pero por encima de todo, está la reivindicación del arte de
mirar, y dejar reflejado, todo aquello que nos rodea.
Fuente: http://www.tercerainformacion.es/
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