¿Las mujeres de vuelta al hogar?
Artículos de
Opinión | Esther Vivas | 25-11-2012 |
Las mujeres
de vuelta al hogar. Esto, parece ser, es lo que buscan las actuales políticas
de salida a la crisis. Unas políticas que cuentan con un claro sesgo
ideológico, tanto a nivel económico como social.
Y es que en
la medida en que se recortan servicios básicos, como sanidad y educación, y
prestaciones sociales diversas, como la Ley de Dependencia, hay todo un trabajo
de cuidados, invisible pero necesario, que acaba volviendo a recaer,
mayoritariamente, en las mujeres. El ataque frontal a un maltrecho Estado del
Bienestar y la transferencia del coste de la crisis a los sectores populares,
se sostiene sobre nuestras espaldas.
No en vano,
el sistema capitalista se perpetúa, en buena medida, a partir del trabajo
doméstico no asalariado, que realizamos sobre todo las mujeres en los hogares.
Una cantidad de trabajo enorme, no remunerado, del que no se puede prescindir y
del cual el capitalismo necesita para subsistir.
Al poco de
llegar al gobierno, el PP anunció un recorte de 283 millones de euros en la ya
muy anémica Ley de Dependencia, arrastrándola al borde de la desaparición. Una
medida que, más allá de dejar a unas 250 mil personas sin ayuda y casi
imposibilitar la incorporación de nuevos beneficiarios, aumentó la presión
sobre las mujeres. Los cuidados que ya no son asumidos por la administración
pública acaban recayendo en el ámbito privado, en el hogar y, en especial, en
las madres e hijas de personas dependientes. El bienestar familiar se mantiene
a costa de aumentar el trabajo doméstico.
Si
observamos las cifras de las personas inactivas, según el Instituto Nacional de
Estadística (INE) en 2010, el 96,4% que declararon no buscar trabajo por
razones familiares (cuidar niños o niñas, adultos enfermos, personas
discapacitadas, etc.) eran mujeres. Y en la medida en que éstas tenían
descendientes, su tasa de ocupación disminuía. Sin hijas ni hijos, el empleo
femenino se situaba en un 77% y con ellos en un 52%. Mientras, la tasa de
ocupación masculina no se veía alterada por este hecho y en todo caso aumentaba
si se tenían descendientes. Conclusión: la conciliación de la vida personal y
laboral se lleva a cabo a costa de la exclusión laboral, la precariedad y/o a
los ritmos de vida frenéticos e insostenibles de muchas mujeres.
Otras
medidas tomadas por el gobierno como la congelación de las pensiones y la
ampliación del período de cálculo de la cotización tienen también consecuencias
muy negativas para nosotras. Una mayor presencia en la economía informal y, a
menudo, una vida laboral intermitente, debido al cuidado de terceros,
dificultan el poder sumar una cotización mínima.
Las mujeres
encabezamos el ranking de los empleos mal pagados y socialmente desvalorizados.
Del total de contratos a tiempo parcial, un 77,6% están en nuestras manos. Y la
precariedad del empleo que fomenta, aún más, la última reforma laboral, no hace
sino dificultar nuestra autonomía y conciliación personal y familiar. Asimismo,
es importante señalar que ambos sexos no partimos en igualdad de condiciones en
el mercado de trabajo. Las mujeres cobramos un 22% menos de media por año que
nuestros compañeros, según la última Encuesta Anual de Estructura Salarial
publicada en 2009 por el INE, y esta discriminación salarial crece cuando mayor
es nuestro nivel de estudios.
Más allá de
estos recortes en derechos sociales y laborales, enfrentamos una creciente
ofensiva reaccionaria contra derechos sexuales y reproductivos. El proyecto de
reforma de la Ley del Aborto del PP, que pretende restringir aún más las
condiciones, plazos y supuestos para abortar, y que nos hace retroceder años
atrás en dichos derechos, es sólo la punta de lanza.
Unas
políticas que buscan imponer un modelo de sexualidad heterosexual, vinculada a
la reproducción, y controlar la capacidad reproductiva de las mujeres. No
quieren que tengamos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos ni nuestras
vidas, de aquí la amenaza del castigo penal al aborto.
Hoy 25 de
noviembre reivindicamos el día contra la violencia machista para visibilizar
una violencia invisible pero cotidiana y persistente contra las mujeres, que no
hace sino agudizarse en el actual contexto de crisis. En el segundo trimestre
del 2012, las denuncias por violencia machista aumentaron un 5,9% respecto a los
tres primeros meses del año. Y las mujeres que sufren dichas situaciones cada
vez son peor atendidas, debido a la disminución de recursos públicos.
CiU ha
convocado para este día 25 elecciones al Parlament de Catalunya y la Junta
Electoral ha prohibido la manifestación que se iba a celebrar y que, de todos
modos, va a tirar adelante. Pero, como señala la Vocalía de Mujeres de la
Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona: "no es la convocatoria
de los colectivos feministas la que coincide con una cita electoral, sino el
llamado a las urnas el que se produce un 25 de noviembre". Un hecho que
muestra, una vez más, el nulo interés político por dicha cuestión.
La salida
actual a la crisis busca devolvernos, a las mujeres, al hogar, recuperar roles
familiares y de género retrógrados. Se trata de una ofensiva en toda regla
contra derechos económicos, sexuales y reproductivos. Pero no lo vamos a
permitir. Porque aunque algunos no les guste, aquí nosotras decidimos. ¿Las
mujeres de vuelta al hogar? Ni soñarlo.
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