Inquina, safari, acoso y derribo de los sindicatos
Artículos de
Opinión | Lucas Leon Simon | 27-11-2012 |
“Que no me
duele/tener la boca cerrada/sois vosotros quien ha hecho/del silencio
palabras”. Lluis Llach.
El facherío
hispano anda rabioso y revuelto. Intuye, –su capacidad intelectiva y
cognoscitiva no da para mas- que los sindicatos son el último obstáculo para el
completo imperio de su troglodita ultraliberalismo, y andan a trancazo limpio
contra todo lo que sea capaz de hacer, convocar u organizar una mínima defensa
social.
Si el debate
se estableciera en términos de “vergüenza”, seria de eso, de la ajena,
contemplar el espectáculo de la bazofia de medios o banderines de enganche de
la legión capitalista, arremetiendo con plumas compradas por la canalla
banquera o empresarial contra instituciones, personas o civilidades que
representan el único oxígeno, no transido de mercantilismo servil, de la triste
España, del triste Rajoy, del triste PP, de la triste cleptocracia de los
cojones que nos gobierna.
Abrir una
portada de ABC, La Razón, El Mundo, Libertad Digital, La Gaceta o Intereconomía
es sumergirse de lleno en la mentira, en el escarnio mental de la razón, la
historia y el derecho de gentes y acceder a un mundo tóxico y oligárquico.
Los libelos
contra sindicatos y sindicalistas son frecuentes, cobardes y oxidados. Se les
nota la rabia, el pelo de la dehesa y el latrocinio detrás. Se dimensionan las
“graves consecuencias económicas” para “su” patria de mangantes de una acción
de huelga y se olvidan del estropicio de su burbuja ladrillera, lo que han
robado y roban sus banqueros y bancos y, el monumental fraude fiscal de sus
empresarios, notables con Sicav y patriotas evasores “suizos” (400.000 millones
de euros en sólo un semestre de 2012).
Se pontifica
sobre “la violencia inadmisible” de los piquetes y se ignoran las amenazas
reales y por escrito de despido de sus empresas talismán (El Corte Ingles y
Mercadona) y las coacciones generalizadas, en forma de “piquete empresarial”,
de sus protegidos de la CEOE.
Nos expulsan
de nuestras casas por decenas de miles, por mandato imperativo de bancos
agujereados de trampas e indemnizaciones millonarias, que costeamos y
rellenamos entre todos y se pasan por el arco del triunfo los mandatos
constitucionales de la justicia gratuita, el derecho al trabajo y a la
vivienda.
Se acuerdan
del “derecho al trabajo” sólo en vísperas de una huelga, y en el resto de días,
seis millones de conciudadanos se “joden”, a solas, y sin trompetería.
Hacen una
cuestión de estado del empujón a una cajera de supermercado y se quedan mudos,
ciegos y bizcos de cuerna y pluma, cuando gorilas uniformados y sin
identificar, abren la cabeza a menores de 13 años o arrastran y apalean a
mujeres y ancianos, sirviendo, al mismo tiempo, de mamporreros del fascismo y
de los oligopolios.
Ningunean
nuestras manifestaciones, protestas y presencia en la calle. Sus borborígmicas
“delegadas del Gobierno” hacen el mayor de los ridículos con sus “35.000” donde
hay millones de almas indignadas, con su monda inteligencia pepera, humeando en
el mismo caldo de bankias y guerteles.
El 83 % del
esfuerzo fiscal y de recortes se han dirigido y aplicado a las clases populares
de este país de pandereta, mientras las grandes fortunas, la Iglesia y el
“sursum corda” de esa incivilizada y tórrida clase social se han quedado
inmaculados en el esfuerzo y el sacrificio. Incluso con amnistías fiscales y
tributando un 10 % por su magro y negro dinero, cuando cualquier obrerete paga
un 22 % de tipo fiscal medio.
Tenemos las
terceras tarifas de electricidad más caras de Europa (detrás de Malta y Chipre
que son islas sin ríos), sin anuncio de “reforma” posible ni probable, (el
segundo coste del PIB después de los “reformados” costes laborales), las
tarifas petroleras que tienen las tasas fiscales y márgenes de ganancia
mayores, los mayores privilegios legales para los bancos y el mayor fraude
fiscal de esa entelequia política llamada Europa. Y el capitalismo y la
jerarquía eclesiástica más salvajes e insolidarios del planeta.
Y toda su
energía, todos los ladridos de su jauría de perros amaestrados se dirigen en
contra de idealistas, de esforzadas personas, comprometidas con su dignidad
como humanos y con su clase social, en un ciego y enloquecido afán de
desprestigio y venganza cainita.
Los que son,
o en un pasado fuimos, sindicalistas vocacionales, tenemos dos poderosas armas
a nuestro favor.
Una. Sus
dobermans, sus pestosos lacayos, nunca conseguirán silenciarnos.
Dos. Nunca
aceptaremos ser esclavos.
Menos mal
que, en su tiempo, descubrimos el bicarbonato.
Fuente: http://tercerainformacion.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario