domingo, 21 de abril de 2013

EL PROGRAMA DE LA REVUELTA




Artículos de Opinión | José Haro Hernández | 20-04-2013 |
’La razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable, fuente de todo nepotismo y corrupción, impuesto por una oligarquía de partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el poder judicial y los organismos de control a su servicio. No hay separación de poderes, y los diputados representan a los partidos que los ponen en la lista. Todo esto lleva a una economía sumergida que llega al 20% del PIB, que frena la eficacia y desarrollo del país’. Quien así escribe no es un antisistema. Esto lo dice Claudia Müller, corresponsal en Madrid de varias publicaciones económicas alemanas. Así nos ven desde la desapasionada distancia de quien no participa directamente en la briega política hispana. Y así nos perciben porque así somos. Claudia no retrata un sistema democrático con más o menos imperfecciones, sino un Régimen, aquél que comenzó a andar en 1978, y cuyas lacras y carencias el paso del tiempo y la ola neoliberal han convertido en áreas engangrenadas que anticipan su descomposición absoluta. La impresión de que esto se hunde es muy generalizada ante la evidencia de una corrupción de naturaleza estructural que emponzoña absolutamente todas las vigas maestras del Estado. Por ello, el conjunto de los y las demócratas, y no sólo la izquierda, ha de exigir la apertura de un Proceso Constituyente que articule un sistema democrático en este país, con separación de poderes, con mecanismos de fiscalización sobre los representantes políticos (listas abiertas, posibilidad de revocación, etc), con controles sobre la financiación de los partidos y con normas anticorrupción que pequen de exhaustivas y reglamentistas, además de una ley electoral democrática. Una democracia que por defecto no puede ser otra cosa que republicana, dada la vinculación indisoluble de la monarquía con el actual estado de cosas en tanto que vértice de ese ’Estado inviable, fuente de todo nepotismo y corrupción’. Así pues, no basta con propuestas para el cambio que se limiten a descabalgar del gobierno al PP (en la Región de Murcia y en España): hay que sustituir el Régimen, es preciso configurar nuevas instituciones, pues desde las actuales no se pueden poner en práctica políticas muy diferentes a las que ahora padecemos.
El otro espacio sobre el que debiera discurrir cualquier propuesta de cambio progresista hace referencia a la imperiosa necesidad de recuperar la soberanía monetaria, hoy secuestrada por la troika, a fin de poder emprender políticas orientadas al pleno empleo. Todo el mundo, excepto la señora Merkel, sostiene que es preciso acometer actuaciones encaminadas al crecimiento. Muchos hablan incluso de un Plan Marshall para Europa del Sur al menos. Éste sólo puede ser impulsado por el sector público, algo que también se comparte desde el sentido común, habida cuenta de que el inversor privado no pone un duro en esta situación de atonía absoluta de la demanda. Y para que desde lo público se cree empleo significativamente, el Banco de España debe ponerse al servicio de ese objetivo, prestando al Estado a un interés 0 a fin de que éste genere directamente puestos de trabajo. La construcción neoliberal de Europa no permite este uso público de la emisión monetaria, sin el cual es imposible salir de la actual depresión, crecer y pagar la deuda que se estime como legítima. Por tanto, abandonar la eurozona, salir del euro, recuperando la prerrogativa estatal de la fabricación de moneda (hoy privatizada) y desembarazarse así de la tiranía de la troika, es la única garantía para crear millones de puestos de trabajo y, por consiguiente, alcanzar la cohesión social, la cual sólo se consolidará si una democracia republicana garantiza, a través de la reforma fiscal y del fin del fraude tributario, la satisfacción de esa deuda con el banco emisor.
República (democrática y federal)y soberanía monetaria no son ya exigencias maximalistas: se trata de los dos carriles obligatorios por los que forzosamente ha de circular cualquier programa político que pretenda dar respuesta a la revuelta que se avecina.

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