lunes, 22 de abril de 2013

“LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO”, BOB BLACK. LA DIVERSIÓN OS HARÁ LIBRES



En este pequeño panfleto se pone en entredicho la idea del trabajo y se apuesta por la diversión como única motivación para realizar tareas
Cultura | Kepa Arbizu - TerceraInformación | 21-04-2013 |
“El trabajo os hará libres”. Ésta es la frase que corona la entrada del campo de concentración de Auschwitz. No parece el lugar más recomendable para una actividad que por norma general es aceptada, y casi santificada, por buena parte de la sociedad y que se le asocia con toda una serie de valores incuestionables. Precisamente contra esa unanimidad que rodea a este concepto surge un libro como “La abolición del trabajo” (Pepitas de Calabaza), en el que se ataca de manera virulenta a dicho término.
El autor de esta breve obra, que cuenta con un epílogo de Julius Van Daal a modo explicativo, es Bob Black, integrante del pensamiento libertario estadounidense. Escrito a mediados de los años ochenta, quizás para muchos sólo se trate de un panfleto sin mayor pretensión que abogar por la diversión como motor vital (temática muy relevante a lo largo del libro), pero también es, y es su mayor logro, replantearse un tipo de productividad, y por extensión de sistema, que tiene como uno de sus pilares un elemento en el que descansan ciertas características ampliamente criticables.
No debe de llevar a engaño, ni ser utilizado como excusa, el tono distendido y a ratos irónico con el que está escrito el libro para desacreditar la hondura de su contenido, ya que las reflexiones e ideas que se vierten están ilustradas y/o apoyadas en muy diferentes autores y teorías. La más importante, y la que a la larga estructura el escrito, es que el trabajo, lejos de servir como camino para una plenitud humana consigue lo contrario. Frente a ello el norteamericano propone la diversión y un acercamiento a las tareas a realizar desde el consentimiento total.
El escritor critica que todas las ideologías, incluso aquellas que tienen en su germen la defensa del trabajador, han aceptado e incluso promovido la idea del trabajo. En oposición a ella presentará la del ocio y la diversión, no como mero complemento en las hora libres, sino como esencia, como único aliciente para que esas acciones tengan un sentido “humano”, en clara herencia del trabajo de Paul Lafargue (“El derecho a la pereza”). Tomando como punto de partida los estudios de Michel Foucualt sobre las cárceles, las equiparará a los centros laborales, en los que se concentran todas las peores representaciones del poder (represión, estricta burocracia, acoso..). Algo que considera muy grave sobre todo teniendo en cuenta la omnipresencia que adquiere y que por lo tanto acaban por extender su “rutina” al resto de ocupaciones y al modo de vida genérico.
Mientras que para los clásicos el trabajo era algo insano y visto como un castigo, el transcurso de la historia y la imposición de un orden social, sobre todo a partir de la industrialización, santificará dicha tarea, una transformación que ya explicaba en parte el sociólogo Max Weber en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. En contraposición el estadounidense propone el “juego”, basándose en lo planteado por, entre otros, Charles Fourier, como el espíritu adecuado para acercarse a las tareas. La participación libre de los ciudadanos en ellas sería creadora de una red productiva capaz de sacar adelante una sociedad, un “handicap”, el de la viabilidad, que se le suele achacar a este tipo de planteamientos.
Posiblemente mirar este libro como un panfleto de actuación, en los tiempos actuales en el que el trabajo es un bien escaso, sería un error por lo mucho que alberga de utópico. Pero por lo que sí verdaderamente destaca y tiene un valor importante es por la virtud de recapacitar, y hacer reflexionar al lector, seriamente sobre la aceptación, y defensa, de algunos mecanismos establecidos, como es la intocable idea del trabajo, que están basados y regidos por unos preceptos nada satisfactorios para el individuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario