viernes, 24 de mayo de 2013

LA EDUCACIÓN Y LOS PRIVILEGIADOS

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Por José Manuel Barreal San Martín.

Desde diversas tribunas, a la izquierda del sistema, es común el reconocimiento de que la  situación política, económica y social que estamos viviendo en estos  últimos años implica la descentralización y pérdida de protagonismo de la clase trabajadora en beneficio del estamento empresarial, financiero y eclesiástico, y que se conoce como “La rebelión de los privilegiados”. Sin duda, es así. Las actuaciones que la oligarquía española, en connivencia con la europea, y la bendición y colaboración del gobierno actual, está llevando a cabo en todos los ámbitos de nuestra vida ( que Foucault llama biopolítica)  tienen como meta un nuevo “contrato social” que imponga sin debate y acríticamente, su hegemonía de clase.
Este trayecto hacia su absoluto dominio está abonado, en mi opinión, por el sometimiento a que el  capitalismo mantiene, laminándolos,  los derechos sociales y laborales colectivos, así como individuales, con el trauma causado por despidos y deslocalizaciones y la falta de perspectiva futura. Todo, servido en la mesa del amedrentamiento colectivo y la sumisión social lograda durante los últimos años mediante el llamado, y ahora olvidado,  pero siempre actualizado “pensamiento único”.
Esta “rebelión de los privilegiados” persigue un diseño social en el que su dominio  sea inapelable. Combinan varios aspectos estratégicamente establecidos, el  primero es crear las condiciones sociales que hagan posible  esa hegemonía de una clase sobre la otra. La  pobreza y el paro son dos aspectos, entre otros, utilizados para la sumisión y la resignación.
Sin embargo, para afirmar ese poder se necesita  una herramienta clave: la educación.   Con creces cumple esa función la ya aprobada ley de Educación del ministro Wert bendecida por la Conferencia Episcopal y la FAES de Aznar, que es donde se gestó tal desaguisado. Qué mejor que ese  paso previo (desde la infancia) para  moldear las mentalidades y las personas. Una  escuela pública, laica, inclusiva y democrática por la escuela del adoctrinamiento. El camino está marcado.
No, no es pesimismo, no es irreal, es tan real como que autonomías hay de  laboratorios de experimentación en el nivel educativo. Están   vaciando  de recursos a la enseñanza pública y llevándolos  a la enseñanza controlada por la iglesia católica, todo con la pérdida de competencias entre un profesorado ninguneado y subvalorado. Un adoctrinamiento en el que el neocatolicismo  transversaliza toda la educación: matrimonio heterosexual, control del útero femenino mediante la futura ley del aborto, vuelta de la mujer a la cocina; desaparición de cualquier conato de educación crítica o emocional; enseñanza de las finanzas y del manido y engañoso emprendimiento; la disciplina entendida unidireccionalmente, es decir, del alumnado hacia el profesor o profesora y más…
El campo de juego está trazado y marcado. En un área, con su sistema educativo como ariete, y en fuera de juego continuo, están los privilegiados de siempre, amén de otros que  le hacen la ola. En la otra área,  con la razón y la esperanza como “balón de oro”, el pueblo que intentará, aunque lesionado, ganar un partido que de momento pierde/perdemos por goleada. Veremos.

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