domingo, 9 de junio de 2013

CLAMOR CONTRA LA MALNUTRICIÓN INFANTIL


«Debería darnos vergüenza»

Garantizar la correcta nutrición de los niños debe ser una prioridad y responsabilidad de la Administración pública

Sábado, 8 de junio del 2013

 Joan Cañete Bayle Periodista

¿Cómo puede ser ni siquiera que preguntemos algo así en Catalunya el año 2013? ¿Debería la Generalitat garantizar tres comidas diarias para los niños en riesgo de exclusión como en Andalucía?, hemos preguntado esta semana en EL PERIÓDICO y así, respondiendo a la pregunta con otra pregunta, nos respondieron muchos lectores. ¿Cabe en la cabeza que ni siquiera nos planteemos este tema? ¿Qué ha sucedido para que nos veamos en esta tesitura? O, en palabras de Manel Braso, de Barcelona: «Debería darnos vergüenza. Para un país como Catalunya es una vergüenza que haya niños que pasen hambre».



Comedor del CEIP Josep Boada, en Barcelona. ALBERT BERTRAN

Información publicada en la página 30 de la sección de cv Sociedad de la edición impresa del día 07 de junio de 2013 VER ARCHIVO (.PDF)

Vergüenza. Palabra recurrente entre muchos de los lectores que participaron en el debate. Vergüenza de que, como este diario lleva denunciando durante toda la semana, miles de niños en toda Catalunya (2.865 solo en Barcelona) tengan carencias graves en su alimentación. Vergüenza de que la respuesta de las administraciones sea pasarse la pelota mutuamente: del Govern a los ayuntamientos, de los ayuntamientos al Govern, del Govern al Gobierno, del Gobierno al limbo. Vergüenza (pero también orgullo y agradecimiento) de que, como siempre, sean las entidades sociales (los casals de dia, los esplais) las que, a pesar de sus graves estrecheces económicas, acaben cubriendo un trabajo que es responsabilidad de las administraciones públicas. «El país que no atiende lo suficiente a sus niños y a sus mayores tiene un grave problema», sentencia Ferran Martínez, de Barcelona. «Nadie tiene que pasar hambre, que estamos en el siglo XXI», se indigna Dolores Alonso, de Rubí.

CLASE MEDIA EMPOBRECIDA La ecuación es conocida y, por tanto, no puede hablarse de un problema que haya surgido de repente. Desde el 2010, la tasa de pobreza infantil en Catalunya se sitúa alrededor del 24%. En este tiempo el azote del paro ha golpeado con dureza a la sociedad española y catalana. Miles de familias sobreviven con todos sus miembros sin trabajo. El importe para las becas comedor se reduce. Los subsidios se agotan. Y surge una nueva realidad, cuya magnitud aún no está cuantificada: las clases medias empobrecidas, en palabras del sociólogo Xavier Martínez Celorrio. Las escuelas llevan tiempo alertando de lo que sucede, detectando al niño que no desayuna en casa, al que no cena con regularidad. Pero las escuelas cierran y el verano se antoja largo.

«Es vergonzoso -de nuevo, la vergüenza, esta vez en boca de Santos Franco, de Granollers- que con todo el dinero que se ha despilfarrado no se encuentre una partida para garantizar la nutrición de los niños pobres». Porque de la misma forma que es cierto que el problema no es de hambre infantil sino de malnutrición, también lo es que Catalunya de repente no se ha convertido en un país sin dinero, subdesarrollado. Se trata, como denunció la oposición ante el president, Artur Mas, en el Parlament, de prioridades, de opciones, de decidir a qué se dedica el dinero disponible. «La Generalitat, con mis impuestos, debería garantizar la alimentación de los niños cuyos padres no pueden garantizarla», escribe Diego Recio. «Si en esta sociedad no somos capaces de asegurar la alimentación de los niños y ancianos, significa que hemos fracasado, y que hay que empezar de nuevo a plantear las prioridades. Ni Constitución ni gobiernos ni nada tiene sentido si no somos capaces de luchar contra el hambre», dice Jordi Mula, de Barcelona.

DESMANTELAMIENTO «No solo tres comidas diarias, sino que cualquier cosa que tenga que ver con la educación, vestuario, formación y ocio de los niños debe estar garantizados. Si no son capaces de cumplir esto, los políticos deberían ser rechazados» abre el foco del debate Manuel Gar, de Barcelona. Porque es imposible desvincular la conversación sobre la malnutrición de los niños del debate más general de lo que es percibido por muchos ciudadanos como el desmantelamiento progresivo del Estado del bienestar y de las redes de seguridad social justo cuando más necesarias son. «No solo los niños; todo el mundo debería tener aseguradas tres comidas al día», escribe Eva Sánchez, de Barcelona.

Lo cual no quita que, cuando hablamos de niños, las situaciones dramáticas duelan más. O, como dice la lectora Ana Martínez, de Gavà: «Más subvenciones para que los niños puedan comer y menos carreteras que no llevan a ningún sitio, menos AVE y menos aeropuertos que solo han servido para hacer ricos a unos pocos. Debe de ser durísimo no poder dar de comer a tus hijos».


 

 

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