lunes, 3 de junio de 2013

UN MOVIMIENTO QUE NO DA SEÑALES DE DETENERSE



REPORTAJE ABEL PEÑA | Actualizado 03 Junio 2013 - 02:00 h. 

La del parque ofimático es su primera gran protesta tras el antes y el después que marca la de padre Feijoo
El viernes pasado, los expropiados por el Ofimático salieron a la calle a manifestarse contra su inminente desalojo. Estaban acompañados por los miembros de la plataforma Stop Desahucios, en lo que es su primera gran protesta callejera tras el caso de la octogenaria Aurelia Rey, cuyo desalojo impidieron el 18 de febrero. El drama de una jubilada a punto de ser expulsada de la buhardilla donde había vivido desde hacía más de treinta años generó una gran indignación en el público, que acudió a la calle de Padre Feijóo para enfrentarse a la Policía y mantuvo la atención de los medios durante semanas.
El propio portavoz de la plataforma coruñesa, Héctor Tejón, reconoció que quizá no les hubiera sido posible convocar con un éxito una protesta en una zona tan alejada como Elviña la semana pasada si no hubieran vivido antes el desalojo de Padre Feijóo. “Esta é unha zona periférica, e iso é un problema –hizo notar– e xa dixemos que temos que levar a protesta ó centro”. Hacer algo así requiere un poder de convocatoria que el movimiento quizá no tenía antes del 18 de febrero.
La plataforma trabaja en la actualidad para impedir 16 casos de desalojo 

Entonces, el núcleo duro de la plataforma apenas contaba con cuatro personas, ahora ya son cerca de veinte las que llevan el día a día en la sección coruñesa de Stop Desahucios, incluidos sociólogos y algún letrado. “Aquí ninguén é imprescindible”, recalcó Tejón, que añadió que muchos de ellos también colaboran en otras pataformas, como la de los barrios del 15-M o en los de los preferentistas. “Estamos interconectados”.
Lo cierto es que las manos que sostienen las pancartas que exigen el derecho a una vivienda digna, o las voces que se escuchan coreando los lemas contra lo que denominan “agresión inmobiliaria” son muchas veces las mismas, pero en todo caso muchas más que las que se veían cuando se organizaban las primeras manifestaciones con las que se dieron a conocer en A Coruña, cuando trataron de impedir que Esther, una vecina de Monelos, perdiera su casa por impago al  Santander Consumer Finance. Entonces no acudieron más de 30 personas durante unos minutos, mientras que en el caso de Aurelia Rey el mismo número permaneció concentrado ante su portal durante horas y llegaron a congregarse cientos para detener el desahucio.
Esa historia acabó dos meses después cuando los miembros de la plataforma ayudaron a trasladar sus muebles a la nueva casa que le dio la Xunta, en Eirís, pero Tejón asegura que reciben noticias de dos o tres amenazas de desahucio cada día. “Agora mesmo temos como 16 casos pendentes”, afirma su portavoz, mientras sostiene la pancarta en la que exige viviendas para los afectados por el Ofimático.
El movimiento tiene muchas dificultades de afrontar, incluso por las propias personas a las que ayuda. “Ainda hai certa vergoña por parte dos afectados, mentres que os culpables no teñen ningunha”, asegura Tejón. Pero no va a ser eso lo que los pare.




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