lunes, 29 de julio de 2013

QUEREMOS EXPLICACIONES, NO CULPABLES

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Por Carlos Galeón.

Todavía se estaban llorando las víctimas del accidente del tren que descarriló en Santiago, cuando ya el presidente de ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) ya intentaba lavarse las manos, cargando toda la responsabilidad sobre el conductor del tren, afirmando que de debería de haber frenado cuatro kilómetros antes de que se produjera el accidente.
Pero, ¿realmente alguien puede pensar que la seguridad de un tren mixto (alta velocidad-normal, lo que de por sí ya es un experimento) depende única y exclusivamente de una persona sujeta a cometer un error humano? Si es así que dimitan inmediatamente y que se les pidan las correspondientes responsabilidades penales jurídicas a que haya lugar, porque ningún convoy donde viajan cientos de personas puede quedar expuesto a un fallo humano sin que tenga otros factores de seguridad.
Por lo que se es sabido hasta ahora el conductor es una persona con experiencia y sensata, como todo el mundo expuesta a cometer un error, pero, ¿y los sistemas de seguridad?, ¿fallaron o son inadecuados al tipo de tren y vía?
Según los expertos, ésta es una línea mixta de alta velocidad con tramos en transición que no disponen del ancho convencional y en los que se ha de bajar la velocidad. Tal es el lugar donde ocurrió el accidente. Pero existen dos sistemas de seguridad; el de alta velocidad (que actúa automáticamente)) ARTMS, y el normal, ASFA que avisa cada segundo, que sólo frena si la señal está en rojo.
Aquí ya nos planteamos dos preguntas. La primera es si se deben de mezclar ambos tipos de línea por una política equivocada de querer hacer kilómetros de vía rápida con demasiadas prisas, y la segunda es si no deberían de llevar los tramos de cambio, también el sistema de seguridad de la alta velocidad, en lugar del antiguo, por los famosos recortes y la política de austeridad que de-  semboca siempre en hambre o en desastres.
Es demasiado pronto para saber la verdad. Pero la experiencia nos ha enseñado que vendrán las ya conocidas “comisiones de investigación”, siempre trucadas y puestas al servicio de quien tiene la vara de mando. Pasó con el Yak-42, volvió a pasar con el accidente de metro más grande nuestra historia; el de Valencia, puesto nuevamente en movimiento gracias a un periodista, Jordi Évole, y puede que vuelva a pasar ahora dónde ya tienen una cabeza de turco preparada en bandeja de plata. Lo demás quedará en anecdótico y accesorio.
La tragedia ya ha ocurrido
y no tiene vuelta atrás,
pasado el tiempo afligido
veamos lo que hay detrás
haciéndolo con sentido.

No se trata de ir buscando
quién ha sido el culpable,
sino de ser responsable
y empezar investigando
todo lo que sea probable.

Decir que fue el maquinista
no lo traga ni un jumento,
que es excusa surrealista
y ni sirve de argumento
ni tema de un fabulista.

Si es que ha sido por recortes
debido a la austeridad,
que tengan la dignidad
de decir también qué importes
tienen la seguridad.

Que intenten que nos traguemos
que todo ha funcionado,
como si fuéramos memos,
que nada les ha fallado,
es evitar que pensemos.

Que ya bien les conocemos
y sabemos su afición
a pensar que enmudecemos
formando una comisión
con que nada esclarecemos.

No queremos comisiones
sino saber la verdad
con certeza y equidad,
y si ha de haber dimisiones,
que las haya en brevedad.

Si fue la seguridad
lo que esta vez ha fallado
porque por rapacidad
fue en su día retallado
por dalle viabilidad.

Que nos lo digan bien claro
y no anden con medias tintas,
que no busquen el amparo
de empezar a hacernos fintas
con su típico descaro.

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