José Enrique Cetén
Martín eceten@gmail.com
21de septiembre 2013
Principio y fin de la dinastía borbónica, más
de trescientos años soportando iniquidades, traiciones, ventas de tierras del
Nuevo Mundo, Islas oceánicas o del suelo patrio para ser reconocidos como
reyes, amén de corruptelas de toda índole, no solo de sus familiares sino de
ellos mismos, ejemplos recientes hay, un yate entregado por empresarios, ¿a
cambio de qué?, una cacería de elefantes, ¿a cambio de qué?, caída de bragas de
una supuesta princesa, ¿a cambio de qué?, una supuesta fortuna heredada en
Suiza ¿toda es heredada?, esto solo del cabeza de la dinastía. Sus hijas en
empleos de alta remuneración, en Banca o empresas privadas y solo con estudios
básicos, ¿a cambio de qué?, un yerno encausado por corrupción y mientras
tanto universitarios, investigadores, médicos… en paro o con trabajos basura y
en el mejor de los casos emigran en busca de oportunidades siendo parte de los seis
millones de parados con cerca de un millón sin subsidio de ningún tipo y en la
indigencia total.
Se acerca el final, en la actualidad el
monarca está dando claras muestras de senilidad como ocurrió en la
apertura del año judicial 2013 estando a la espera del momento propicio
en su abdicación, tiempo muerto para evitar mediante el olvido la relación
entre abdicación y los escándalos financieros familiares o que algún percance
acelere el proceso, dada la multitud de lesiones (esquí, caza) en su ajetreada
vida laboral, estos diferentes motivos provocará la abdicación del borbón
impuesto por el dictador después de 40 años de la sublevación, incluso le
llaman demócrata, si así fuese debería de abdicar en el pueblo español único
soberano elegido por la urnas el 14 de abril de 1931 “Res Pública”, al ser esta
monarquía ilegal en su restablecimiento e incluso porque el supuesto de
abdicación no está regulada en la Constitución de 1978. Pero
pretenden que se perpetúe en su hijo basándose en un sistema medieval, aducirán
que el supuesto futuro monarca está inmaculado de todo trapicheo, puede que sí,
pero con el paso del tiempo ya trincará algo él o su familia, por ese motivo
tampoco hay que dejar ni un solo segundo en el trono al supuesto futuro Felipe
VI.
La sucesión es devolver lo que ha sido
arrebatado con las armas, siendo la República la única manera de cortar con el
fascismo español, pues España es el único país europeo que no ha abominado de
su pasado fascista, ejemplo tenemos con la Memoria Histórica.
“La virtud republicana mana del hombre y no de
la doctrina”, y se aferra en la
profunda convicción de que el hombre es capaz de autogobierno y merecedor moral
de ejercerlo, siendo necesaria porque toda república es democrática y más la
nuestra, sin guillotinas ni fusilamientos, en contraste con esta monarquía
siempre que retomaron el poder en otras épocas sólo enseñó dientes y armas como
hizo la dictadura en su nombre, sabido es el apoyo del borbón depuesto
Alfonso XIII y la colaboración de su hijo Juan con los sublevados.
En estos momentos este gobierno está siguiendo
los usos de la dictadura, ahogando y comprimiendo todas las formas de
descontento e indignación. Vicio incurable también de la monarquía española:
fuerte frente a cada una de las clases por separado. Pero impotente con
respecto a las necesidades históricas del país, siendo la causa de su
quebrantamiento por dificultades financieras en todas las épocas.
La actual desconfianza de los ciudadanos
ante la propia democracia cría desencanto y escepticismo, la convicción
republicana está abriendo cauces cada vez más amplios en todas las esferas de
la población merced a un pensamiento anclado en el realismo. Refleja fielmente
el principio más universalmente compartido por todos los republicanos: el de la
confianza aristotélica en la capacidad de la mayoría de los hombres por
practicar la virtud pública y la filia politké, la concordia civil o
amor a lo público. En cualquier tipo de posible cultura o forma de
gobierno el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobrevivir
y la república es la forma más genuina.
La filosofía republicana contemporánea posee,
por lo pronto, dos sendas que conducen a universos opuestos. La de
Robespierre, que lleva su propia destrucción y a la pronta voladura de la
democracia y la libertad, en nombre de ambas cosas a la vez. La otra senda, la
del republicanismo cívico, compatible con algunos aspectos del liberalismo, no
pocos del socialismo democrático y afín al igualitarismo participativo.
L. Trosky señaló: “En muchos casos creen
que con la república vendrá la riqueza, pero hay que tener en cuenta el
carácter conservador que poseen muchas repúblicas actualmente para no caer en
el mismo error, al seguir el camino de los jacobinos franceses: su miedo ante
las masas, más fuerte que su odio a la monarquía”.
No
debemos sentirnos como una partícula de polvo y ser aplastado por la
insignificancia de su individualidad. Debemos de reconstruir un Estado
republicano que se fundamente en un principio determinado de la conciencia de
sí del espíritu, en la manera como el espíritu se conoce en relación con la
libertad. En el Estado hay que distinguir la libertad del libre albedrío. La
esencia del Estado es que la voluntad racional en sí y por sí, lo universal en
sí y por sí, que esto universal, sustancial de la voluntad, es real. Las leyes
deben ser la expresión de lo que respecto a la voluntad es racional.
Verdi supo plasmar en Va Penseiro de la ópera Nabucco, el amor a aquella patria que pudo ser, para
nosotros la democracia que empezó a surgir antes de la dictadura franquista, la república que debemos recuperar.
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