Autor: José Enrique Cetén Martín
19 de Octubre de 2013
No
estoy en contra de ninguna religión, toda persona es libre en sus creencias,
pero lo que no soporto es la hipocresía religiosa. Básicamente todas las
religiones tienen el mismo mensaje, la paz, la no violencia, ayuda al
necesitado, en definitiva amor al prójimo, y en las escrituras cristianas Jesús
de Nazaret quitaba al Templo el
rol central en la vida espiritual, incumplido por la Iglesia Católica, al
añadir leyes al mensaje claro y corto supuestamente predicado por su Maestro y
la Católica, Apostólica y Romana (universal, de los apóstoles, con sede en
Roma) confesión que se dice monoteísta, es contradictoria cayendo en la herejía
y en el politeísmo (negación de alguno de los dogmas establecidos por
una religión), al afirmar la existencia de un solo dios pero a su vez trino
(ser único donde existen simultáneamente tres personas distintas -la
Trinidad-), dogma central del cristianismo católico, ortodoxo y de algunas
denominaciones protestantes, basándose en el concepto de Gracia (don de
Dios que entre otras cosas permite a la persona penetrar en significados más
profundos junto con la Fe).
Este
es el primero de los dogmas que choca con la trayectoria de condenación a las
religiones paganas antiguas (calificativo dado por los cristianos a los
creyentes en religiones anteriores y distintas de la suya especialmente), por
ejemplo la griega o romana calificándola de politeístas. Cuando la realidad es que
la católica es una religión idólatra (al admirar mucho ídolos, como si se
tratasen de dioses), en el santoral hay para cada día varios santos, algunos se
veneran especialmente para determinadas acciones cotidianas diferentes, como la
lluvia, lo imposible, el casamiento y un largo etc., se les rinde especial
adoración aludiendo al conocimiento esotérico como un don o bendición de cada
deidad hacia las necesidades de cada persona.
No
conforme con la adoración a cientos de santos, beatos, mártires o ángeles,
donde muestra su mayor paroxismo es con el marianismo (culto a la superioridad
espiritual femenina, que considera las mujeres semidivinas, moralmente
superiores y espiritualmente más fuertes que los hombres). Pagana es,
por comparar María con las
diosas que formaban parte Olimpo griego, por su significado, los dioses
representaban la inteligencia creadora, el poder del cielo, y las diosas la
expresión de la materia, la Tierra. También en otras culturas existía el culto
a la madre Tierra con nombre y figuras de mujer, fueron: Astarté
(sirio/fenicia), Tannit (púnica), Artemis (griega), Alathor (egipcia), Isis y
Venus (romana), Cuarina (sumeria), Ishtar (acadia), Anianthonte
(chipriota), Citerea, Afrodita…
Un ejemplo claro del paroxismo mariano lo
tenemos en las infinidades de fiestas que se celebran en nuestra piel de toro,
casi el 100% de las locales, provinciales y muchas nacionales están dedicadas a
una virgen con distintos nombres según el lugar, solo hay que mirar el
calendario de festividades nacionales, cinco al Maestro como hombre: Advenimiento,
Ascensión, Epifanía, Nacimiento y Muerte, el resto a María, adoración pagana
porque se vuelve a la figura de la madre Tierra, la que da vida, deidad desde
el Paleolítico, existiendo múltiples representaciones en piedra de un cuerpo
femenino, realizado por el ser humano entre el 35.000 y 9.500 años a.n.e.
Pero
al Dios monoteísta en el catolicismo no existe ningún día dedicado a Él
exclusivamente, pues los 52 domingos del año están dedicados al hombre y a la supuesta
última cena con el simbolismo del pan y el vino como cuerpo y sangre de Jesús
para con los demás. Los judíos si dedican a Yahvé los sábados y sólo los musulmanes se
encomiendan a Alá diariamente con cinco rezos que no sobrepasan los 6 minutos
cada uno, siendo el viernes el día de adoración en grupo dirigido por un Imam
que interpreta el Corán, y ambas sin imágenes a que adorar, como también hacen
algunas protestantes y cristianas.
El
historiador judeo-romano Flavio Josefo hacia los años 93-94 en su
libro XVIII de la historia de los judíos, narra un testimonio histórico acerca
de Jesús de Nazaret. Sin embargo existen dudas sobre la autenticidad de este
fragmento pues la mayoría de los autores modernos cuestionan la autenticidad
filológicamente e historiográficamente, al estar plagado de interpolaciones
cristianas. Los investigadores a lo largo de los tiempos han establecido un
paralelismo del cristianismo con otras religiones. Del antiguo Egipto con las
figuras de Osiris, Isis y Horus, donde el hijo divino trae esperanza eterna y
renovación, brindándonos el coraje necesario para superar los obstáculos y
conquistar la paz y la alegría. Osiris, Isis y Horus han sido comparados por
algunos eruditos con la trinidad cristiana, debido al niño divino. De la griega
o romana con Dionisio, su madre era una mujer mortal y su padre Zeus (genitivo
Dios) rey de los dioses, en la creencia de que las nociones cristianas de comer
y beber ”la carne y la sangre”
de Jesús fueron influidas por el culto a Dionisio. En el siglo XIX
investigadores compararon ambos temas y concluyeron que la teofanía dionisíaca
estaba transferida a Jesús, etiquetando a Dionisio como una deidad de
vida, muerte y resurrección.
Y
algo más cercano a nosotros lo tenemos en la novela “san Manuel bueno,
mártir “, de Miguel de Unamuno, al escribir “es tan difícil hacer
comprender dónde acaba la creencia ortodoxa y donde empieza la superstición”.
“Todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a
los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer
para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que le
ha hecho”.
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