domingo, 27 de octubre de 2013

¿POR QUÉ UN CONGRESO DE REFUNDACIÓN?

Los ojos de Hipatia sep 12th, 2013
El próximo 11 de octubre habrán transcurrido 39 años desde que el PSOE inició en Suresnes aquel histórico Congreso que supuso la ruptura con la política mantenida hasta entonces por el partido. Ya no era posible ni conveniente seguir anclados en una estrategia caduca de oposición a la dictadura franquista. Había que prepararlo para que, desde una posición de vanguardia, trabajara con las fuerzas democráticas de la época, para construir la democracia en España.
Y en efecto, Suresnes fue un éxito. Una dirección ilusionada y comprometida con los valores democráticos, – jóvenes nacidos después de la dramática Guerra Civil-, con una clara vocación de modernizar el país y dispuesta a construir una socialdemocracia adaptada a los tiempos que corrían, muy al estilo del SPD alemán de aquellos años. El respaldo internacional quedaba garantizado con la presencia de líderes tan reconocidos como Willy Brandt, François Mitterrand o el mismísimo Bruno Pittermann, a la sazón, presidente en ese momento de la Internacional Socialista.
Convenía aproximarse al perfil de la socialdemocracia que se desarrolló durante los “años dorados” de aquel capitalismo salido de la Conferencia de Bretón Woods (1944), abierta al acuerdo y convencida de poder así redistribuir mejor el producto social.
Aquel capitalismo fijó el pleno empleo como objetivo, y fue posible gracias a las fortísimas inversiones realizadas por EE.UU tras la II Guerra Mundial en la economía real europea, – además del conocido Plan Marshall, apoyos masivos a la industria manufacturera europea, etc., -, y efectivamente supusieron un impulso clave para el crecimiento económico, la creación de empleo y un alto desarrollo del consumo. Una política que, sin duda, para prosperar y alejar a los trabajadores de hipotéticas tentaciones revolucionarias venidas de la otra parte del “telón”, tenía que optar por la estabilidad y el bienestar, producto de un pacto social con los sindicatos que ofreciera seguridad y prosperidad. Y así fue.
Pero a finales de los años 70, los “neocons” ya comenzaban a barruntar que todo aquello era insostenible… hasta que ya en la década de los noventa (también del pasado siglo), la “financiarización” de la economía –lo que ilustres analistas han calificado como la economía de “casino”-, más que una amenaza, se había convertido en el objetivo irrenunciable de un capitalismo que quería acumular riqueza y poder a mayor velocidad, drenando recursos de la economía real hacia la economía financiera, y por otra parte, “ganar competitividad” en un mundo cada día más globalizado, reduciendo prestaciones sociales, rebajando los costes laborales, hundiendo progresivamente el poder adquisitivo de los salarios de los de “abajo” –hoy conocemos los indecentes emolumentos de los altos ejecutivos que se han dedicado a desmontar aquel “capitalismo dorado”-, y lo que es aún más grave si cabe, sometiendo a los poderes democráticos a la dictadura de los mercados.
¿A dónde nos ha conducido todo eso?, pues además de acabar con el estado social, ha hundido en una deuda realmente impagable – es decir, que es y será imposible pagar hoy y en el futuro- a los estados periféricos de Europa, condenándolos de por vida a mantener unos recortes de gasto público –eso que llaman “ajustes”- que está provocando que aumenten las desigualdades sociales, se mantengan salarios de miseria y se agranden en progresión geométrica las bolsas de parados (en otro tiempo llamadas “ejércitos de reserva” de mano de obra).
Hoy el socialismo democrático no puede caer nuevamente en la ratonera del pacto que le ofrece el capitalismo. Ha de convencerse de que o es la alternativa a este sistema injusto o no saldremos de donde estamos.
Por ello, necesitamos nuevos impulsos venidos de quienes sean capaces de romper –como en Suresnes- con unas formas y unos principios superados por la Historia. A mujeres y hombres, distanciados por el tiempo de aquel magnífico experimento que fue la Transición democrática, para que pongan en píe la actualización de los valores del socialismo democrático, conscientes de que hoy, el capitalismo no parece estar dispuesto a concesiones que permitan salvar con cierta dignidad el estado social por el que durante generaciones han venido luchando tantas mujeres y hombres.
Necesitamos, en fin, la generosidad y la participación de todas y todos los socialistas para hacer del Suresnes del S.XXI, el socialismo democrático del futuro.
Por Manuel Moret Gómez. Militante socialista

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