martes, 28 de enero de 2014

MUSSOLINI ANTES DEL 18 DE JULIO

Merced a las cuantiosas ayudas económicas de Juan March, para pertrechar a quienes iban a sublevarse el 18 de Julio con material de guerra moderno de origen italiano.
Antes del 18 de julio aviones de combate italianos habían despegado de aeródromos del norte de Italia en dirección a otros del sur para saltar de aquí hacia España.
24 ENERO, 2014 AT 10:10 AM
La investigación y el descubrimiento de nuevas fuentes son tarea que no termina nunca. Hace unos meses planteé un desafío, en El País, a los historiadores españoles y extranjeros para que desmintieran, si podían, una tesis novedosa.
Los monárquicos alfonsinos, ligados a Renovación Española y al “proto-mártir” Don José Calvo Sotelo, fueron quienes más y mejor se las apañaron, merced a las cuantiosas ayudas económicas de Juan March, para pertrechar a quienes iban a sublevarse el 18 de Julio con material de guerra moderno de origen italiano. Esto cambia la interpretación sobre los orígenes inmediatos de la guerra civil. Es un golpe rudo a las interpretaciones franquistas y parafranquistas. Pero siempre es posible mejorar.
Como colofón del artículo con el que comencé este blog hoy me complazco en anunciar el descubrimiento de uno de mis alumnos, David Jorge, en una tesis doctoral, ya terminada, y que dentro de pocos meses se leerá en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense.
David tenía como tema de investigación la guerra civil y la Sociedad de Naciones. Uno de los huecos en la historiografía apenas colmado por algunos tratamientos de paso de varios historiadores. Esto no es una crítica. Escribían sobre temas más amplios y su recurso a las fuentes fue limitado.
David ha conjugado fuentes primarias republicanas, franquistas y de la propia Sociedad de Naciones (amén de otras muchas). Los más ricos son estos últimos fondos, conservados en el archivo de Naciones Unidas en Ginebra. La tesis derrumba varios mitos, impugna ciertas interpretaciones (también de quien esto escribe, ¡faltaría más!) y amplía los límites del conocimiento científico. En una palabra, cumple su función genuina.
Al leer el borrador me sorprendió una afirmación. Antes del 18 de julio aviones de combate italianos habían despegado de aeródromos del norte de Italia en dirección a otros del sur para saltar de aquí hacia España.
Me quedé helado. Esto significaría, ni más ni menos, que Mussolini apenas si habría tardado tiempo en dar órdenes para que se ejecutara el primero de los contratos suscritos con  Pedro Sainz Rodríguez el 1º de julio en Roma.  En realidad, no es para sorprenderse. Preveía el suministro de doce aviones de bombardeo Savoia Marchetti 81 antes de finales del mismo mes de julio.
David me explicó porqué había hecho tal afirmación. En los fondos de la Sociedad de Naciones había encontrado una comunicación del Gobierno republicano que transmitió aquella noticia oficialmente al Secretariado.  “The Manchester Guardian” del 16 de marzo de 1937 también la había mencionado.  Es posible que procediera de los miles de noticias que corrieron por España y por el mundo tras el desastre italiano en Guadalajara.
Por supuesto, el Secretariado de la Sociedad no hizo el menor caso al Gobierno español. La información no se aireó lo suficiente y pasó al olvido, a pesar de que Luigi Longo (comisario de las Brigadas Internacionales) y un autor poco conocido como Nicolas Dzépély la mencionaran. Probablemente se consideró propaganda y ya se sabe que en la guerra la primera víctima es la verdad.
Solo que en esta ocasión probablemente no fue tal el caso. Conociendo la existencia, hasta ahora ocultada contra viento y marea, de los contratos del 1º de julio, ¿por qué no actuaría Mussolini de forma absolutamente congruente con sus compromisos con los monárquicos españoles?
Es obvio que los aviones contratados no podrían ir a España de un tirón desde el campo de vuelo de la Società Idrovolanti Alta Italia. Sí podían situarse lo más cerca de ella y Cerdeña o Sicilia eran buenos lugares de partida. Todo esto significa que debió de haber comunicaciones entre quienes iban a sublevarse y los italianos de los que, hasta ahora, no se han encontrado rastros. Quizá pasaran por Goded, comandante militar de las Baleares. Las islas eran un objetivo para los italianos y para el financiador de la operación, Juan March. No en vano se habían contratado varios hidroaviones que difícilmente operarían sobre los vastos campos de Castilla la Vieja.
La presunción de que Mussolini no perdió el tiempo sirve para robustecer el carácter imperialista de los motivos que le incitaron a meter la nariz en los asuntos de España. Se adelantó por lo menos casi un mes a Hitler y todo ello antes de que explotara la conspiración que venía preparándose desde las elecciones de febrero.
Y, a partir de aquí, el análisis debe hacerse más incisivo. ¿Quiénes internacionalizaron la sublevación? No los republicanos, no los socialistas, no los anarquistas, no los comunistas. Tampoco los mitificados falangistas de José Antonio Primo de Rivera. Lo hicieron quienes no dudaban en desatar, si era necesario, toda una guerra. ¿Y quiénes fueron? Calvo Sotelo y sus monárquicos, civiles y militares. Contra los historiadores  y propagandistas de medio pelo que siguen, erre que erre, oscureciendo el pasado hay que reescribir la historia.

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