viernes, 28 de febrero de 2014

LA VERDAD DE LA FICCIÓN DE JORDI ÉVOLE

María Dolores Amorós | Catedrática de Lengua Española
nuevatribuna.es | 27 Febrero 2014 - 10:47 h.
A pesar de los intentos de echar por los suelos a Jordi Évole tras su último programa, la ficción sobre el 23F, lo cierto es que este periodista no deja de provocar -y en masa- respuestas distintas a su quehacer profesional.
Mucho se ha escrito en tan poco tiempo contra el antiguo Follonero. Llama la atención que profesionales de la información no puedan aceptar que el tiempo pasa también para ellos, incluso para el físico del que en su momento se vieron dotados -y jamás este accidente es mérito propio sino algo sobrevenido- y sacan a relucir el nivel de audiencia que antaño tuvieron para compararlo con el de Operación Palace para, presos de la envidia, cargar de inmediato contra el autor del mismo. De una insensatez y falta de ética inimaginables. Es una opinión que respeta, de entrada, opiniones diferentes.
Lo cierto es que en Operación Palace se dijo mucho más de lo que muchos han querido obviar. Un repaso entero a los distintos partidos políticos de aquel momento, presentados tal ligeramente proclives a un inmediato golpe de estado con la excusa trivial de reforzar la democracia.
Incluso el PCE liderado por Santiago Carrillo y legalizado por Suárez apenas hacía nada, un 9 de abril -viernes santo- de 1977, queda en dudoso lugar. Y la "explicación" de la 'traición' de Felipe González a los principios ideológicos del Partido Socialista respecto a la entrada de España en la OTAN fue tratada como solo podía hacerse, de manera esperpética.
Si en un principio el PSOE se manifestó públicamente anti-Alianza Atlántica explicitando Alfonso Guerra : "El eventual ingreso en la OTAN convertiría a España en una Colonia de los Estados Unidos" (1981). Si el PSOE utilizó a bombo y platillo el eslogan "OTAN, de entrada NO"... Pronto se pudo comprobar, sin embargo, que los mensajes del opositor Felipe González no fueron sino una imponente arma arrojadiza contra Adolfo Suárez, no personalmente convencido éste de las bondades de la entrada en la OTAN en aquellos precisos instantes. Mermadas las fuerzas del Presidente no solo por estos ataques de la oposición sino por las muchas presiones internas de su propio partido, UCD, se vio abocado a dimitir. Los que entonces conspiraron desde dentro contra Suárez son los felones que ahora están en el Gobierno de este país, sus hermanos, sus hijos o parientes muy cercanos.
En el debate de sucesión tuvo lugar el maldito 23F cuya autoría permanece aún clasificada como Secreto de Estado. Bajo la presidencia de Calvo Sotelo España pasó a formar parte de la Alianza Europea en el mismo 1981.
Ganadas por el PSOE las Elecciones generales en 1982, Felipe dio un hábil vuelco a su antiOTAN. Tras diferentes reuniones del ministro de Asuntos Exteriores con Bruselas y el "convencimiento interno" en el XXX Congreso en diciembre de 1984, se planteó el referéndum acerca de la permanencia en la OTAN para 1986 con la pregunta "¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?"
Este segundo cambiazo -el primero fue el "acuerdo" de los términos aceptados cuando la modélica Transición- acabó por trocar al PSOE en un partido en absoluto de izquierda y sí acomodaticio con la alternancia en el gobierno y sus cada día más claros coqueteos con el neoliberalismo: El PSOE con que nos tropezamos en la actualidad.
Por otra parte, el trato recibido por el monarca en la versión broma del 23F es también una broma. El rey no sabe/no contesta, no tiene opinión ante un hecho tan trascendental como un Golpe de Estado. Se deja llevar.
¿Qué lectura se puede hacer al respecto? ¿La más absoluta prescindibilidad de la Monarquía como forma de Estado? Si en una situación tan compleja el rey solo asiente con tal de mantener su Jefatura de Estado. Si en momentos tan complicados el rey no sirve para nada, ¿para qué queremos un rey? Se puede inferir incluso la inutilidad de la institución.
Nadie es desconocedor de la Monarquía Parlamentaria heredada de Franco e impuesta a los españoles en la Transición. Llegado el momento actual y tras el rosario de escándalos presuntamente protagonizados por la famiglia, desde el cabeza de la misma hasta las vergüenzas de la menor de sus hijas y su amado esposo-aspirante-a-alteza-real, arrastrados ambos a la fuerza ante el banquillo judicial, los interrogantes acerca de su continuidad están planteados. El dinero de los contribuyentes, echado al vacío para las sandeces que de sobra se nos restriegan para mayor burla de los ciudadanos, urden en nuestras conciencias la urgencia de plantear un referéndum ante la población toda sobre el sistema de Estado que se prefiere en la coyuntura actual.
No fue casual el DEBATE posterior a la ficción. El necesario colofón para comprender mejor la fantasía anterior:
La necesidad de modificar la Constitución de 1978 - por otro lado vulnerada en su Título Primero por el actual gobierno del PP- así como el dudoso papel de la Monarquía en las circunstancias presentes fueron inteligentemente tratadas en el Debate posterior a la ficción golpista. EL contrapunto de Eduardo Serra fue esencial para dar mayor credibilidad a las palabras lúcidas de la juez Garbiñe Biurrun que no dejó pasar ni un coma sobre el apoyo a la labor ciudadana en todos los avances sociales en lugar de echar flores a quien no las merece. Iñaki Gabilondo se mostró contundente en el necesario cambio de la Carta Magna así como en los crasos errores protagonizados por la Casa Real al igual que el nefasto retroceso a otros tiempos por parte del actual Gobierno del PP y las mentiras constantes con que intentan seguir engañando a la ciudadanía. Siempre 'su luz al final del túnel'. Luz solo vista por los mismos que siguen confundiendo sin vergüenza alguna.
Muchos de los que ahora le exigen a Jordi Évole que tenía que haber contado LA VERDAD no tienen agallas ni para tan siquiera una aproximación tan valiente a este tema tan vorazmente guardado.

La audacia de Évole en esta broma es un clamor a que los ciudadanos seamos tratados como mayores de edad, tal y como se nos considera para pagar nuestros impuestos y cumplir nuestras obligaciones. No como niños o como deficientes, que es lo que se infiere al seguir ocultándonos la verdad sobre asuntos de calado tal como fue el alevoso intento de Golpe de Estado.

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