viernes, 28 de febrero de 2014

¿SABIAS QUE ESTE PLANETA PERTENECE TAN SOLO A UN 8% DE SU POBLACIÓN?

Un mundo en el que el 76% de la poblacion carece de protección social
Viernes, 28 de febrero de 2014
       Crece invariablemente el abismo entre los pobres y los ricos en el mundo. Hoy en día, la mitad de los ingresos mundiales se reparten entre sí tan solo el 8 % de la población de la Tierra, indicaba el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
         A juicio de expertos de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, es posible reducir esa diferencia con un sistema bien pensado de protección social. ¿Ayudarán tales medidas a una redistribución más equitativa de las riquezas mundiales?
        Las razones de la desigualdad, como destacaran en la ONU, son las siguientes: el salario bajo de la mujer y los jóvenes, la falta para un número considerable de la población de una educación de calidad, a la atención médica y a un trabajo digno.
       La OIT pone el grito en el cielo también por lo siguiente: según los datos de su dirigente Guy Ryder, actualmente, el 76 % de la población del planeta carece de protección social. Los especialistas ven la salida en un sistema bien pensado de esa protección social. A su juicio, ello contribuiría al aumento de los ingresos y a la demanda interna, a la elevación de la productividad. Ryder destaca que, en los últimos tiempos, distintos Estados, desde Brasil hasta Tailandia, desde China hasta Mozambique, acometen esfuerzos considerables para que la protección social sea parte inalienable de su estrategia de desarrollo. El experto considera que, justamente esos países han logrado recuperarse más rápidamente de la crisis.
       Por cierto que las garantías sociales ofrecen a la persona una determinada seguridad en el futuro. Pero, ¿son ellas capaces, por más perfecto que sea ese sistema, de redistribuir los ingresos mundiales aunque sea más o menos equitativamente? Estas son solo declaraciones del campo de las ilusiones, asegura Vasili Koltashov, director del Centro de investigaciones económicas del Instituto de la Globalización:
      –Los líderes en las tasas de aumento del abismo en el nivel de vida entre asalariados, el grueso de la población, y los propietarios de los negocios, están sobre todo en la zona del euro. Allí donde en sus días existía esa famosa clase media, con la que los rusos continúan igualándose en sus demandas e intereses. Lo mismo ocurre en Canadá, América del Norte. Una fuente de dicho abismo no es solo la crisis económica, que en Europa causa estragos abiertamente en general, sino también la política de economía austera.
En el asunto de la distribución de los ingresos mundiales operan en realidad muchos factores como para que el problema pueda ser resuelto solo con medidas sociales. El abismo financiero divide no solo las capas de la sociedad dentro del Estado, sino también los países mismos, indica Evgueni Tatáintzev, experto del Instituto de Sicología, sociología y de relaciones sociales:
       –En primer lugar, el problema consiste en la diferenciación de los ingresos por países. Dudo que eso pueda ser nivelado con medidas sociales. Hay países muy pobres y hay países muy ricos. Un segundo momento que será muy difícil de realizar: será necesario pensar en sistemas, mecanismos que excluya los elementos de la estafa. El ejemplo más patente son los mecanismos de la evasión de impuestos, cuando son declarados ingresos muy por debajo de los reales. Otro extremo es cuando las personas aprovechan el sistema de seguridad social para no trabajar. Ello no resolverá el problema en general: automáticamente van a surgir los intentos de proteger sus ingresos de parte de los que se encuentran en la cima.
      “Los que se encuentran arriba” están preocupados también en general por el crecimiento de la desigualdad patrimonial. O solo aparentan estar inquietos. En todo caso, el problema fue debatido en la reciente Cumbre mundial económica de Davos. En la antesala del foro fue difundido un informe, cuyos autores aseveran que, ochenta y cinco de las personas más opulentas del mundo controlan tanto dinero como tres millones quinientos mil de los más pobres, y las “elites adineradas” crean la sociedad en la que todo “se lleva el vencedor”. Las consecuencias de tal situación se manifiestan con mayor claridad. 
      Por ejemplo, los expertos de la Universidad de Washington llegaron a la conclusión que la desigualdad frena el crecimiento económico común en EEUU. A medida que el país se restablece después de la recesión de 2008, los frutos de la mayoría de los logros económicos se los han llevado los más ricos, mientras que el estancamiento de los salarios del 95 % de la población trabajadora ha conducido a una brusca disminución del consumo. En otras palabras, la desigualdad guarda relación no solo con la injusticia social. Ella repercute peligrosamente en la demanda y en el empleo. Y si el 95 % de la población vive en un régimen de economía austera, de dónde saldrán aquellos ingresos que ahora son canalizados por la elite. Esto es un círculo cerrado, vicioso. Seguramente habrá que compartir lo creado por los pobres, señores, aunque sea a través de programas sociales






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