domingo, 27 de julio de 2014

1948: GUERRA ARABE-ISRAELÍ. LA CREACIÓN DEL ESTADO DE ISRAEL (II)


    El reciente Estado de Israel comenzó a fortalecerse gracias a la elección de Weizmann como presidente
    Las tropas árabes comenzaron a invadir el territorio repartido por la ONU
DAVID SOLAR Historiador
Actualizado: 25/07/2014 12:31 horas
Ben Gurion convirtió a la Haganá en Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), en las que tuvieron que integrarse todos los grupos armados; por otro lado, el nuevo Estado se fortalecía con la elección de Weizmann como presidente. Unidad militar y política imprescindibles, pues las tropas árabes estaban penetrando en el minúsculo y atomizado territorio repartido por la ONU.
La invasión de siete ejércitos árabes pregonada por la prensa mundial enmascaró la realidad. El poder de aquellas fuerzas era pequeño; su operatividad, escasísima; su coordinación, nula, y su adiestramiento, ínfimo. Por otro lado, casi todos los implicados racanearon con la cantidad de tropas: poco más de 25.000 soldados.
De ellos, unos ocho mil, los mejor armados, mandados y adiestrados, pertenecían a la Legión Árabe trasjordana; Egipto contribuyó, inicialmente, con unos nueve mil; entre Iraq, Siria, Líbano y Arabia Saudí nunca sumaron más allá de seis o siete mil soldados a la vez. Los palestinos -las bandas de el-Kaukji y del Mufti- no llegaban a cuatro mil hombres, con frecuencia inactivos...
Memorias de un oficial
Peor aún, en la zona jordana, los irregulares fueron desarmados a media guerra y no les fue mucho mejor junto a los egipcios, como en Gaza, donde fue desarmado el joven Arafat:
"Yo estaba en Gaza. Un oficial egipcio se dirigió a mi grupo y nos ordenó que entregásemos las armas. No podía creerlo. Preguntamos los motivos y respondió que era una orden de la Liga Árabe. Protestamos en vano. El oficial me dio un recibo a cambio de mi fusil y aseguró que me sería devuelto cuando terminara la campaña".
El Ejército egipcio era sólo apariencia. La capacidad combativa de su Aviación fue poco más que simbólica, y la reducida Marina carecía de valor operativo por falta de mandos competentes, como se demostraría en la pérdida del crucero Rey Faruq ante el puerto de Gaza.
Los tres regimientos que penetraron en el Neguev estaban mal equipados: el armamento procedía de la II Guerra Mundial, las municiones, también y, en parte, eran reutilizadas; eran escasos sus transportes, y carecían de cisternas para agua y combustible.
El armamento todavía procedía de la II GM así como sus municiones
El entonces coronel Naguib, jefe del II regimiento, relató en sus Memorias que entraron en combate "con tan escasa preparación que ni siquiera hubo tiempo para llevar a cabo la movilización general.
Tuve que alquilar 21 camiones a los árabes de Palestina para poder transportar a mis tropas de Rafah a Gaza y me vi obligado a dejar atrás mis cañones pesados por falta de tractores para arrastrarlos, pues el terreno que debíamos atravesar era demasiado duro para remolcarlos con los camiones ".
El mayor Gamal Abdel Nasser, guardaba el mismo recuerdo miserable: "Nuestros soldados, sin la protección de los blindados, han de lanzarse en pleno día contra sólidas fortificaciones (...) cuando una oleada cae, otra la reemplaza. Se me encoge el corazón al ver a estos soldados combatir a pecho descubierto contra posiciones fortificadas y regresar para agazaparse como ratones a roer un poco de pan y queso".
Y lastimeras son las quejas de los palestinos. Un anciano de Gaza relataba: "El 15 de mayo vimos pasar al II regimiento egipcio, mandado por el general Naguib. Las mujeres lo vitoreaban al borde de la carretera. En Gaza todo estaba en calma y podíamos seguir los combates por la radio, que decía: los árabes han tomado Jerusalén, Beersheva, Ashdod, Hebrón, Nablús y Nazaret. Naguib se halla a veinte kilómetros de Tel Aviv... Estábamos seguros de haber ganado. Y poco más tarde, una noche, oímos el cañón. Nadie podía entender lo que ocurría, pero al día siguiente vimos pasar a los egipcios en sentido contrario...".
Éxodo de Israel
Falta de iniciativa
La Legión Árabe no cedió en ningún frente a la presión israelí, pero tampoco tomó iniciativa alguna contra el territorio judío. Sus jefes, el general Glub Pacha y el brigadier Lash, aseguraron años después que había sido imposible sacar mayor rendimiento a sus tropas, pero algunos historiadores militares han sostenido que una actuación decidida y combinada con los egipcios hubiese podido partir Israel por medio en los primeros días de lucha.
Su freno fue el tinglado que manejaba el rey Abdallah, preocupado por la creación de un gran reino hachemí en el Creciente Fértil, por sostenerse en Cisjordania y por su soberanía sobre la Ciudad Vieja de Jerusalén. La aniquilación del Estado judío, aparte de peligrosa y costosa, anulaba esas aspiraciones; la derrota árabe, según lo acordado con Golda Meir, las convertiría en realidad, tal como sucedió.
La participación de Irak hubiese podido ser decisiva, pero limitó su aportación militar a dos minibrigadas de voluntarios, equipados con material ligero, reservándose sus mejores tropas para combatir a los kurdos.
Una actuación decidida con los egipcios hubiese partido israel por medio
Siria y Líbano acababan de acceder a la independencia y sus ejércitos, deficientemente armados, apenas podían considerarse regulares. Además, el Creciente Fértil era una idea amenazadora para Siria, emparedada por los hachemíes de Amman y Bagdad. Y porque recelaba más de Transjordania que lo que codiciaba Palestina, reservó parte de sus tropas
En Arabia Saudí, Ibn Saud contemplaba con inquietud los proyectos políticos y los preparativos militares de Transjordania e Iraq, donde reinaban los descendientes del jerife Hussein de La Meca, al que él había arrebatado su reino dos décadas atrás.
En consecuencia, consideraba imprudente desgastarse en Palestina, irritando a sus clientes y amigos occidentales y quedando a merced de los ejércitos hachemíes.
Ibn Saud contemplaba con inquietud los preparativos militares de Transjordania e Iraq
Esas políticas árabes serían recordadas con amargura por Yasser Arafat: "En algunos lugares, las fuerzas árabes hubieran podido tomar las posiciones judías fácilmente, si hubieran avanzado. Pero cuando se les preguntaba por qué no lo hacían, la respuesta siempre era la misma: 'No tenemos órdenes'.
Los judíos no hubiesen podido apoderarse de algunas fortificaciones si los árabes no las hubieran abandonado sin lucha. Haifa, por ejemplo, se perdió sin disparar un solo tiro porque los soldados árabes dejaron el terreno libre".
A tantos intereses encontrados, a tanta descoordinación y penuria numérica y material, Israel opuso 35.000 hombres armados, bien entrenados y con elevadísima moral de victoria. Es cierto que su artillería era escasa, carecía de carros de combate, aviones y buques de guerra y que buena parte de sus fuerzas se dedicaba a la protección de poblaciones y colonias agrícolas, pero esa inferioridad material -que nunca numérica- sólo duraría cuatro semanas.
Inicio de la guerra
La primera parte de la guerra que los israelíes llaman "de la independencia" y los palestinos, "de la infamia" o "de la catástrofe" (Nakba), se desarrolló entre el 15 de mayo y el 11 de junio de 1948 y se caracterizó porque las batallas más violentas se desarrollaron en los alrededores y en el interior de Jerusalén y porque se registraron ligeros retrocesos judíos en casi todos los frentes.
La apertura oficial de hostilidades le correspondió al rey Abdallah, que en la mañana del 15 de mayo disparó en Jericó el cañonazo simbólico que iniciaba la contienda.
Entonces se produjo un hecho fundamental en esta fase del conflicto: el-Kaukji, jefe de una facción de las fuerzas irregulares palestinas, abandonó las colinas de Latrun, cerrojo de las comunicaciones de Jerusalén con la costa.
Rabin advirtió la posibilidad que se le ofrecía a su agotada brigada Harel, pero recibió la orden de entrar en la zona vieja de la ciudad, donde se libraron combates tan desesperados como inútiles, en los que sufrió más de un cincuenta por ciento de bajas. Y mientras aquella fuerza se desangraba en combates callejeros, las alturas de Latrun estuvieron tres días sin dueño.
En ese escenario, la Legión Árabe se implicó en una lucha indeseada. El día 17 contraatacó a los israelíes que amenazaban la zona árabe de Jerusalén.
Sus cañones dispararon aquella noche contra los barrios hebreos, pero no decidieron la situación y tuvo que meter infantería en la ciudad, cambiando el signo de la lucha.Y, a la vez, ocupó Latrun y sus alturas, aún sabiendo que le costaría un feroz desgaste, pues obligaba a los judíos a combatir allí para abastecer su barrio de la Ciudad Vieja.
Los cinco días iniciales de la contienda parecieron los primeros y los últimos del nuevo Estado. Lydda, Ramallah, Latrun, Belén y parte de las zonas judías de la Ciudad Vieja y media docena de kibbutzim cayeron en poder de los jordanos; los egipcios penetraron por la costa y tomaron Ashdod, avanzaron por el Neguev, y ocuparon Beersheva y algunos centros agrarios; los iraquíes alcanzaron Samaria y se apoderaron de las fuentes del río Yarkon, progresaron sobre Jenin y Tulkarem y amenazaban con partir el territorio israelí en Natanya y en Afula; el-Kaukji tomó Nazaret; una brigada judía fue suficiente para defender la frontera de Líbano; los sirios tampoco mostraron gran decisión y fueron rechazados por Dayan en Degania.
La situación israelí en aquella primera semana de lucha parecía insostenible. Sus comunicaciones terrestres se realizaban por corredores siempre amenazados; incluso las radiofónicas se interrumpieron entre Tel Aviv y buena parte de las colonias agrarias del sur.
La Legión Árabe cambió el signo de la lucha y, a su vez, ocupó Latrum y sus alturas
El Jerusalén judío se moría de hambre, mientras los jordanos rechazaban diariamente a la Haganá en Latrun... Israel se vio obligado a improvisar una ruta de montaña, por la que marchaban durante la noche centenares de porteadores con alimentos y municiones, mientras que brigadas de trabajo abrían una pista militar que fue denominada la Ruta de Birmania, en recuerdo de aquella que durante la II Guerra Mundial había permitido el envío de socorros a China.
La parte nueva de Jerusalén se había salvado justamente en vísperas de que se llegara a la primera tregua de la campaña; pero dos semanas antes, el 28 de mayo, había capitulado la zona judía de la Ciudad Vieja.
Rabin pudo seguir por medio de los prismáticos, desde sus líneas en el monte Sión, el triste espectáculo de unos 300 prisioneros judíos -entre ellos, muchos de sus hombres- marchando derrotados hacia la ciudadela de Jerusalén, desde donde fueron trasladados hasta un campo de prisioneros cerca de Ammán. Aquella misma tarde, la población civil judía abandonó sus callejuelas de la zona antigua por la Puerta de Sión y se encaminó hacia los barrios nuevos, donde les acogieron sus compatriotas.
Rabín pudo observar cómo 300 prisioneros judíos fueron trasladados hasta un campo de prisioneros cerca de Ammán
Tregua decisiva
La contienda era seguida con profunda inquietud por las Naciones Unidas, que estimaban aquel conflicto como el mayor fracaso de su breve historia.
Por eso, el 20 de mayo fue designado el conde Folke Bernadotte como mediador oficial en el conflicto. El día 29, el Consejo de Seguridad exigió a los beligerantes que aceptaran una tregua e impuso un embargo de los envíos de armas a todos los contendientes; Bernadotte pidió, además, que se impidiera la incorporación de voluntarios y la continuación de la inmigración judía.
El 9 de junio, las dos partes aceptaron una tregua de cuatro semanas de plazo y el día 11 callaron las armas, excepto en el norte, donde los sirios mantuvieron su ofensiva hasta el día 12, registrando ambos bandos pérdidas importantes.
Esta tregua fue mejor aceptada por los israelíes que por los árabes, cuya situación militar era ventajosa, aunque menos que en los primeros días del enfrentamiento. Abdelrahman Azzam, secretario general de la Liga Árabe, exclamó desolado: "El pueblo árabe jamás nos perdonará lo que hemos hecho".
La tregua fue mejor aceptada por los israelíes que por los árabes
Por el contrario, Moshe Carmel, jefe de las fuerzas israelíes del norte -y responsable de la expulsión de los palestinos de esa zona- respiró aliviado: "Esta tregua nos cae del cielo".
Nunca podrá saberse si la continuación de la guerra hubiera terminado por dar la victoria a los árabes, pero está claro que la tregua proporcionó a Tel Aviv los medios para lograr el triunfo.
El embargo decretado por la ONU fue papel mojado y casi a diario atracaban en los puertos israelíes los barcos cargados con las armas compradas en los dos últimos años.
Pese al embargo decretado, los judíos encontraron un país que no les regateó nada: Checoslovaquia, donde pudieron comprar cuanto material se fabricaba en el país o restos de armamento alemán. Allí entrenaron pilotos y paracaidistas y organizaron el puente aéreo que conduciría las armas hasta Israel. Italia les vendió lanchas rápidas, embrión de la Marina israelí; una de ellas hundió al crucero Rey Faruq.
En Francia consiguieron artillería y desde allí controlaron la compra, mediante intermediarios, de excedentes bélicos en toda Europa Occidental. En Estados Unidos, veteranos pilotos de origen judío compraron a precio de chatarra bélica aviones de transporte Dakota y Constellation, fortalezas volantes B-17 desarmadas. Los transportes abastecieron directamente a las colonias agrícolas del Neguev aisladas del resto del territorio. Los B-17 fueron rearmados en Checoslovaquia y utilizados como bombarderos,
Folke Bernadotte fue un noble sueco, militar y dirigente de la Cruz Roja Sueca
La tregua permitió la llegada de los refugiados que esperaban acceder a Palestina y de varios millares de voluntarios judíos o simpatizantes, veteranos de la II Guerra Mundial.

Así, en julio, los israelíes disponían de más de sesenta mil combatientes y de medios para ganar la guerra. La lucha proseguiría hasta final de año, y la victoria prestigiaría y consolidaría el Estado de Israel. Para los árabes, aquel desastre sería su hito histórico más lamentable, la Nakba, la desgracia, especialmente para más de 700.000 palestinos, que fueron expulsados de su tierra y acogidos en campos de refugiados abiertos en los países vecinos.Fuente: http://www.elmundo.es

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