jueves, 16 de octubre de 2014

UNA ESPAÑA DE TARJETAS NEGRAS, CORRUPCIÓN POLÍTICA Y GENOCIDIO SOCIAL

"Su impunidad supone nuestra muerte, el sufrimiento de millones de trabajadores"
Martes, 14 de octubre de 2014
Por FRANCISCO GONZÁLEZ TEJERA / CANARIAS-SEMANAL.ORG.-


 Cuesta escribir ante tanto robo premeditado de la mafia de los sobres en el estado español.  El saqueo generalizado del patrimonio público se gasta en tarjetas negras de crédito por corruptos banqueros y políticos, personajes que hasta hace escasos meses eran “honorables”, “honrados”, “apreciados” próceres de la marca España, que ahora al descubrirse el pastel nauseabundo, se han convertido en quinquis en toda regla, delincuentes con cochazo oficial, trajes caros y mansiones de lujo.
     Si se mira el listado de actos delictivos de estos sinvergüenzas se comprueba cómo no se cortaron en gastarse millones en prostitución, discotecas, saraos varios, joyas, oro, viajes, safaris para asesinar animales y saciar sus ansias de sangre humana, junto a un largo etcétera de atrocidades que avergüenzan a millones de ciudadanos/as que no llegamos a fin de mes, que vemos sufrir a nuestros seres queridos sin trabajo, sin pan, sin futuro.
   España está podrida, no cabe la menor duda y los culpables gobiernan o parasitan en la oposición, esperando a que les llegue el momento para seguir robando, destruyendo el futuro de millones de personas, habitantes de un país naufragado, en manos de gentuza, de criminales de guante blanco que roban a manos llenas y destruyen la sanidad pública, la educación, los servicios sociales y todo aquello de lo que no puedan robar a manos llenas. 
    Las tarjetas negras no son más que la punta de iceberg de un modus operandi normalizado, frecuente, habitual, cotidiano, de gran parte de la casta política.  El olor nauseabundo no es solo de ahora que hemos tenido la suerte de conocer estos datos, ha sido siempre, durante la dictadura franquista y después del engaño de la llamada transición, la perfecta estrategia para seguir desvalijando el presupuesto del estado. 
   Lo más fuerte es que mientras escribo estas líneas, mientras vemos los telediarios con las caras sonrientes de estos ladrones protegidos e impunes se sigue robando, no lo sabemos, ignoramos donde, pero se roba, se malversa, se prevarica, se abusa del poder, a costa siempre de dolor de nuestra gente, de millones de familias sin ingresos, de tres millones de niños/as en situación de hambre y empobrecimiento extremo, de cuatro mil personas que se han suicidado por razones económicas en los dos últimos años, de seis millones de desempleos, de seiscientas familias que son desahuciadas cada día de sus viviendas por la mafia y sus esbirros.
   Resulta lamentable comprobar la inmundicia que han generado en tan pocos años con la excusa de los ajustes del puto déficit, de seguir las directrices de entidades mafiosas como la Unión Europea, el BCH, el FMI y otras organizaciones del crimen, creadas para arruinar la vida de los pueblos, para enriquecer cuentas corrientes de psicópatas capaces de asesinar a quien sea para mantener a salvo su botín.
   Ya lo hacen cada día con su reformas y recortes, nos asesinan, practican el terrorismo de estado, destruyen el futuro de nuestros/as hijos/as, preparan su futura sociedad esclavista, donde poder seguir robando sin que nadie los cuestione, los juzgue, los encarcele. 
   Su impunidad supone nuestra muerte, el sufrimiento de millones de trabajadores/as de todo el sur de Europa, víctimas de esta masacre humanitaria organizada por una banda patibularia de timadores profesionales, estafadores al servicio de la delincuencia financiera internacional.
     (*) Francisco González Tejera es colaborador habitual en distintos medios de comunicación, como Kaosenlared, Canarias Semanal, Tercera Información, Diario Octubre, Periodismo Alternativo, Unidad y Resistencia, Canarias Insurgente o Blogueros y Corresponsales de la Revolución.  Analista político y económico en Russia Today TV.  Implicado en la lucha por la ecología, la memoria histórica, la cultura popular y la consecución de un mundo mejor







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