| Publicado: 13/12/2014 05:31
Julio Anguita y 41 firmantes más *
Los abajo firmantes, miembros de IU con una larga ejecutoria
de militancia en la misma, nos dirigimos tanto a nuestra organización como al
resto de organizaciones, políticas, sociales, colectivos, plataformas y
movimientos que luchan por cambiar la situación económica, social y política de
nuestro país. Y lo hacen en aras de un horizonte de Derechos Humanos plenos y
generalizados a toda la población española. También nos dirigimos de una manera
especial al conjunto de la ciudadanía que, sin estar organizada, comparte la
necesidad de implicarse en esta situación de excepcionalidad y desea aportar su
esfuerzo a la tarea común de buscar salida a este estado de postración en el
que vivimos. Partimos de la convicción de que es urgente poner en marcha un
proceso de amplísima base popular capaz de abordar inmediatamente la
satisfacción de las necesidades más urgentes de la población a la vez que
siente las bases para un proyecto de regeneración nacional mediante el impulso
de un proceso constituyente que ponga los fundamentos sobre los que asiente un
proyecto económico, social, político y ético que la mayoría social haga suyo.
La situación de emergencia nacional, agravada por la crisis
sistémica del capitalismo, se manifiesta en los grandes problemas históricos
que la Transición y el régimen salido de ella no han resuelto y que ahora se
presentan de manera perentoria: la consecución de un Estado Social y
Democrático de Derecho, la construcción de un Estado capaz de servir como marco
común de convivencia, justicia, solidaridad y garantías democráticas a las
naciones y territorios que componen España, la plasmación efectiva de un Estado
laico y la explicitación expresa de la voluntad de la soberanía nacional en
torno a la forma de Estado: República o Monarquía.
Esta coyuntura que acabamos de describir referida a los
problemas seculares no resueltos, se agrava como consecuencia de cinco procesos
de creciente degradación a lo largo de las últimas décadas: la pérdida de
Soberanía Nacional como consecuencia de la cesión de la misma a entidades e
instituciones de la UE que, carentes de origen democrático, imponen políticas
económicas atentatorias contra los derechos y principios reconocidos en la
Constitución. Las decisiones y directrices de organismos internacionales (FMI,
OCDE, BCE, BM) que, de manera hipócrita, lamentan las consecuencias sociales de
las políticas que imponen pero continúan exigiéndolas con insistencia. La
pérdida de horizonte y de futuro para la juventud española, una pérdida que
supone la desaparición progresiva de España como sociedad con entidad propia
sin que, a cambio, se instituya un poder político trasnacional que garantice lo
que la Constitución reconoce. La entronización de la corrupción como un hábitat
económico, mental y de contravalores en la que un Estado paralelo de mafias se
ha instalado en los tres Poderes del Estado oficial y en las más altas
magistraturas del mismo. Y por último las inminentes consecuencias del Acuerdo
Transatlántico de Comercio (TTIP en siglas inglesas) en que con tanto sigilo y
oscuridad están negociando USA y la UE. Unas consecuencias que afectarán a
pymes, comercio minorista y trabajadores en general porque los intereses de la
mayoría se subordinan a una concepción de la sociedad inaceptable.
Afortunadamente y de un tiempo acá, la anomia social y el
desinterés que como caldo de cultivo han promovidos tanto por el discurso
oficial como por los mecanismos de reproducción ideológica dominantes, se han
ido transformando en una creciente contestación social organizada de una y mil
maneras diversas que han conseguido, aunque todavía sin la cohesión necesaria,
establecer una situación en la que el orden del día ya no está dictado
unilateralmente por las iniciativas del poder y su plasmación política: el
bipartito y adheridos coyunturales. En este proceso de creciente
auto-organización cívica se contiene el germen de la energía que con la de
otras instancias sociales, políticas y culturales pueda poner en marcha y
desarrollar el proceso constituyente al que ya aludimos y que no es otra cosa
que la formación de un contrapoder popular como alternativa de Estado plenamente
democrático.
Saludamos y sentimos como algo propio las expectativas
electorales que se abren para determinadas fuerzas políticas que comparten con
nosotros los mensajes de cambio, de transformación, de construcción de otro
país democrático, justo, ético y digno. Pero, y precisamente por ello, nos
sentimos obligados a hacer una reflexión que conduce a una propuesta. El Poder
y su expresión política, el bipartito, saben perfectamente que los triunfos
electorales pueden ser flor de un día si tras ellos no hay una fuerza cívica
cohesionada que traduzca la victoria electoral conseguida en Poder cívico que
se erija en la Constitución Material capaz de culminar el proceso
constituyente. Y esa precisamente es la motivación que nos mueve al redactar
estas líneas. En consecuencia:
Hacemos un llamamiento a nuestra fuerza política, a las
demás fuerzas que compartan con organizaciones, movimientos, plataformas,
frentes, colectivos, etc. el proyecto de cambio democrático profundo. Un cambio
democrático que no lo será sin transformaciones en la economía, en el
funcionamiento de las instituciones, en la política internacional, pero sobre
todo, si no se acometen de inmediato medidas que palien la dramática situación
de una mayoría de españoles y españolas. Sobre ese cañamazo de medidas
urgentes, inmediatas, perentorias se debe tejer la fuerza social que, en su
momento, lleve al cambio con un Estado Federal Republicano y Solidario y con
una Soberanía Nacional recuperada y ejercida en todos los ámbitos.
No pretendemos, porque no confundimos los deseos con las
realidades, promover una alianza electoral inmediata en torno a un programa de
regeneración en todos los órdenes, pero sí creemos que desde ya puede
procederse a poner a punto una sintonía que en momento la haga factible. Pero
si aún esto no fuera, por desgracia, posible, se debería llegar a un acuerdo
explícito para el día siguiente del hecho electoral. Para ello se hace
imprescindible que todas las fuerzas y colectivos referenciados, absolutamente
todos, pongan sus esfuerzos en paralelo con el compromiso de que tras el
acuerdo, la negociación y, con la vista puesta en lo que nuestro pueblo
demanda, se concrete la base económica, social, política y ética inherente a
los contenidos del proceso constituyente.
De la misma manera hacemos un llamamiento a la ciudadanía
que no milita aún, no participa o simplemente tampoco asiste a la convocatoria
de actividades ciudadanas tendentes a resolver los problemas que nos afectan,
para que cambie de actitud y considere que ahora o nunca. El futuro de los
hijos y nietos así como el nuestro propio, no pude descansar sobre los hombros
de los más concienciados sino de la inmensa mayoría que sufre la situación.
Pero no sería de recibo ni honesto tampoco, el que nos
limitásemos a demandar a los demás un esfuerzo y una capacidad de supeditar los
intereses particulares al interés general de la mayoría social si por nuestra
parte no diésemos ejemplos. En IU se ha iniciado un proceso de cambio que todo
el mundo considera necesario. La política de confluencia y convergencia
aprobada desde hace tiempo es justa y acorde con los tiempos. Sin embargo se
imponen dos medidas que, a nuestro juicio, darán credibilidad y profundidad a
nuestra política, por una parte, y por otra nos darán la autoridad moral para
pedir a los demás la que en este escrito demandamos. La primera consiste en
simultanear el desarrollo de la política de convergencia con la renovación de
la direcciones en todos los niveles y al ritmo conveniente. La segunda no es
otra que poner fin al gobierno conjunto en Andalucía y marcar con más claridad
nuestra condición de oposición en Extremadura. Si se abomina del bipartito, por
las razones que todos compartimos, la existencia de situaciones que desmienten
en los hechos nuestras críticas, no puede ayudar a pedir a los demás lo que le
estamos pidiendo en orden al cambio profundo.
__________________________________
(*) Primeros firmantes: Julio Anguita González, Ramón
Franquesa Artés, Antonio Herreros Herreros, Héctor Illueca Ballester, Sebastián
Martín Recio, Manuel Monereo Pérez, Pedro Montes Fernández, Diosdado Toledano
González. Javier Aguilera Galera, Pedro Antúnez Marín, Mariano Aragón Pascual,
David Arrabalí Campos, Andoni Basterra Urrutia, Javier Bernad Aguilar, Víctor
Casco Ruiz, Manuel Colomer i Lluch, Jorge Cortegana López, Yolanda Diaz Pérez,
Albert Escofet Sánchez, Rafael Escudero Alday, Santiago Fernández Vecilla,
Jorge García Castaño, Margarita González Jubete, Alberto Herbera López, Pedro
Jiménez Muñoz, Salvador Jové Peres, Antoni Luchetti Farré, Jose Manuel Martín
Medem, Hugo Martínez Abarca, José Martínez Coy, Encarna Milla González, Neus
Molina Moreno, Agustín Moreno García, Rosana Montalbán Moya, María Dolores
Nieto, Araceli Ortiz Arteaga, Gumer Pardo i Peiró, Carmen Pérez Carballo, Franz
Pérez Esteban, Pepa Polonio Armada, Clara Rivas Sugrañes y Enrique Santiago
Romero.
[Documento de libre publicación remitido a la
redacción de cuartopoder.es]
Fuente: http://www.cuartopoder.es/
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