José Enrique Centén Martín
20 de febrero de 2015
Un
hetero cuando habla de la homosexualidad nunca sabe cómo iniciar la
conversación sin molestar a ese grupo muchas veces marginado. Otros
hipócritamente dicen admitir y respetar la orientación sexual de las personas,
lo hacen de cara a la galería, realmente la mayoría los repudian como si fuesen
apestados evitando en todo momento estar en su entorno, los tratan de forma muy
superficial pareciéndose al tiempo en que viven, individualista y pragmático,
llamándolos gay (alegre en inglés)) una manera refinada de ocultar su
hipocresía. Actitud basada en la ignorancia porque no conocen sus pensamientos,
costumbres, gustos e inquietudes, ni cómo se relacionan con la gente que les
rodean, si observamos con los ojos del corazón vemos su continua búsqueda de
cariño en todas sus manifestaciones, buscan con esperanza el amor,
encontrándolo solo a ráfagas en su largo camino en su soledad callada..
Donde
únicamente he visto que la población los tratan de forma más directa sin miedo
a su condición y tratándolos como personas que son, es en Andalucía,
conquistadora de sus conquistadores, donde convivieron todas las culturas y
como en un crisol se fertilizaron unas a otras procreando hasta llegar a convertirse
en un faro deslumbrante de tolerancia, así la describió Antonio Gala, mariquita
ilustre e ilustrado en su obra “El manuscrito carmesí”.
Los
andaluces utilizan el término mariquita de forma cariñosa, sin ánimo de
ofender, su actitud irónica es fruto de despojarse de toda idea preconcebida y
adquiridas acríticamente en búsqueda de la verdad desde la ignorancia, porque
allí los homosexuales son más abiertos y naturales en su forma de vida, más
aceptados entre el pueblo llano que entre las clases pudientes o de ciertos
estamentos donde existen, ocultos, el pueblo llano siempre inteligente a esos
les llaman maricones de forma despectiva por su comportamiento lascivo que raya
en la delincuencia o la pederastia por la ocultación de su condición, un ejemplo
actual lo tenemos con el clan de "los romanones" en Granada.
Me
apoyo en mis afirmaciones por lo vivido en Ceuta con mi bisabuela, “María la
chica”, era la abuela del Patio Castillo en la c/ Amargura 6, siempre recuerdo
su último cumpleaños, el patio la homenajeaba cada año con una fiesta
organizada por la familia de los Borrego a la que asistían los vecinos, dos de
ellos mariquitas, uno con hijas mayores, incluso en ese último homenaje y
espectáculo participó “el golosina”, conocido según mi madre, tampoco faltó
Juanito el practicante, mariquita que pinchaba a todo el patio y barriada, sin
molestar a nadie, nunca. Siempre recordaré aquella fiesta, a los pocos días
falleció mi bisabuela.
El
título de este artículo viene a colación porque en el resto de España la
utilización del término mariquita no le dan el mismo significado, lo hacen en
sentido peyorativo, yo tampoco lo utilizo fuera de Andalucía porque no
comprenderían que lo hago con el mayor respeto hacia mis admirados y algunos
amigos por su fortaleza de llevar con dignidad su condición cuando el resto lo
sabe, desde el respeto que he tenido a todos ellos necesitaba realizar este
artículo y rendir un homenaje especial a mi mariquita preferido, Javier, mi
primo, que abandonó este mundo un 18 de octubre de hace diez y seis meses.
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